El nombre de este plato italiano proviene del antiguo germánico bizzo, que significaba “morder” y “bocado” (cantidad de alimento que se puede tomar con una mordida). En su forma original, se compone de un pan circular y achatado, cubierto con mozzarella, tomates y aceite de oliva. A comienzos del siglo XX, la pizza cruzó el océano y llegó a Buenos Aires, donde la masa se hizo más gruesa, y a Nueva York, donde se le añadieron rebanadas de salchichas, panceta, camarones y trozos de ají. Fue después de la Segunda Guerra Mundial cuando este manjar, verdaderamente, conquistó el mundo.