Los campos se vuelven desiertos. Se dice que el territorio de casi cien países está convirtiéndose paulatinamente en desierto.
DESERTIFICACIÓN
Los campos se vuelven desiertos. Se dice que el territorio de casi cien países está convirtiéndose paulatinamente en desierto, lo que afecta a más de novecientos millones de personas y causa pérdidas anuales de 42.000 millones de dólares en el mundo.
Aunque las zonas pobres son las principales víctimas de la desertificación (81% de los 100 países están en vías de desarrollo), en todos los continentes hay naciones amenazadas.
Según el programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), la desertificación es “uno de los problemas ambientales más graves del mundo”. Al mismo tiempo, estudiosos dicen que el “desierto no avanza”.
¿Cómo es posible?
Los desiertos se mueven y las definiciones cambian
La pertinaz sequía que asoló la región africana del Sahel (1968-1973) grabó en muchas mentes la imagen del desierto invasor de campos. Pero el cuadro catastrófico que pintaron los científicos del momento se basó en datos insuficientes de una etapa relativamente corta que componían una imagen inexacta.
Las modernas imágenes de satélite que reflejan la biomasa (el total de organismos vivos) ahora revelan que la vegetación fluctúa entre las temporadas secas y las húmedas. Los expertos que a causa de estas variaciones “el desierto aparenta crecer o menguar”. Así pues, los desiertos se “mueven”, pero no siempre “avanzan”.
LA DESERTIFICACIÓN
La desertificación suele confundirse con la expansión y contracción de los desiertos. Pero son fenómenos distintos. El segundo ocurre en los bordes de los desiertos ya existentes, y el primero en regiones demasiado secas, tal vez muy apartadas de los desiertos. Amplias extensiones de tierras secas cultivadas, que conforman el 35% del suelo de la Tierra, se convierten paulatinamente en desierto. Este es el fenómeno que ahora se denomina desertificación.
CAUSAS Y RESULTADOS
Las principales causas son el sobre cultivo, sobrepastoreo, deforestación y malas prácticas de irrigación. Cuando concurren al menos dos de éstas, suele haber desertificación. No obstante, otros factores, como los cambios en la población, el clima y las condiciones socioeconómicas, contribuyen a agravar el problema. Dicha explotación excesiva se acelera a medida que la población aumenta y se colonizan nuevas regiones que no pueden contener el crecimiento de la población.
Para poder cultivar la tierra, alimentar al pueblo que va en aumento, edificar casas y utilizar madera para combustible, se tiene que cortar todo árbol que esté a la vista. Para sobrevivir, su ganado se come toda hoja de vegetación hasta donde pueden pastar. El resultado es que el terreno queda constantemente expuesto al sol y se endurece como una piedra, lo cual mata los microorganismos que se necesitan para el crecimiento de las plantas. A medida que disminuye la vegetación, el desierto se extiende.
Entonces aparece el viento. Éste lleva la arena de las regiones áridas circundantes al terreno expuesto y, puesto que no hay nada que la detenga, la arena, cubre al terreno, se junta en las calles e ingresa en los hogares obligando a las personas a mudarse a nuevos territorios en un ciclo que no parece tener fin. El terreno, que era regado por abundante lluvia, queda expuesto y refleja el calor del sol, lo cual altera la termodinámica de la atmósfera de modo que se suprime la lluvia, y se acelera la expansión de las condiciones desérticas.
Las personas cavan la tierra seca para plantar su semilla, pero lamentablemente, nada crece y el hambre cunde por la región.
Una consecuencia obvia de la desertización es la pérdida de productividad de las tierras secas. Aunque es un fenómeno mundial, incide especialmente en África, donde el 66% del terreno es desierto y tierra seca.
Es innegable que en los últimos decenios muchos hombres y mujeres han conseguido sensibilizar al público sobre la catástrofe que supondría la desertificación prolongada. Lemas como “Antes del hombre, el bosque; después del hombre, el desierto” alientan a cambiar la dinámica.
No obstante, las personas bien informadas reconocen que es un problema complejo. Con realismo, comprenden que, por muy buenas intenciones que se tenga, el hombre está limitado a la hora de atajar de raíz las dificultades del mundo contemporáneo.
DESIERTOS QUE AVANZAN
Actualmente se está publicando información en los periódicos respecto de lo preocupada que está la gente alrededor del mundo debido a la situación de los desiertos de la Tierra. Aunque el hombre ha conquistado porciones de ellos, los desiertos todavía conservan gran parte de su aspecto físico y de la vida vegetal y animal que los han caracterizado por miles de años.
Este fenómeno de los desiertos en expansión no es nuevo, sí lo es la velocidad.
En la actualidad la desertización afecta a unos cien países, particularmente a países subdesarrollados de África que están rodeados de desiertos.
La organización de las Naciones Unidas está buscando una solución a este problema. Cuando uno considera la naturaleza misma de la desertización, se plantean varias preguntas interesantes:
¿Qué plan de acción pudiera instituir la ONU para detener con éxito esta aparentemente imparable expansión de los desiertos? ¿Puede la ONU guiar la manera de pensar del hombre y hacer que éste concuerde con el parecer de hombres con las mejores intenciones que perciben la catástrofe mundial que resultará de la desertización continua? Recalcando la causa fundamental de la desertización, el director ejecutivo del UNEP, dijo: “La causa principal no es, como muchos creen aún, la sequía, sino el que el hombre haya explotado el terreno al cultivarlo y pastar en él en demasía y emplear prácticas inadecuadas de irrigación y deforestación”.
Al parecer la evolución de la humanidad es directamente proporcional a la desertificación. Claro que este hecho no sucede en todas partes. Es bastante representativo el hecho de que esto suceda con mayor frecuencia en los países subdesarrollados. Debería ya ser tiempo en que se piense un planeta para todos y no para unos pocos.