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Incas

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LOS INCAS

El nombre de civilización incaica responde a motivos puramente políticos y no etnográficos o geográficos. Aunque las tradiciones peruanas atribuían a los incas la creación y difusión de la cultura, es indudable que la hallaron formada ya, en gran parte, entre los antiguos pueblos peruanos. La dinastía incaica, según la tradición aceptada, descendería de la Ayar constituida por cuatro hermanos (Manco, el mayor, Chachi, Uchu y Auca).

Manco, influido por los auspicios de un oráculo que lo vaticinó como jefe, condujo las tribus a la conquista del Imperio, cuyo territorio, en el período de su mayor expansión, alcanzó una extensión de 3.000 km de N a S y de 500 km. de E a O en la costa andina. La tradición nombra como sucesor de Manco a Sinchi Roca, al que le fue atribuido el título real de “el único inca”. Una vez alcanzado su apogeo, el Imperio Incaico decayó rápidamente con las conquistas de Pizarro, que capturó al inca Atahualpa y, después de un breve proceso, lo mandó matar el 19 de agosto de 1533, mientras el ejército, compuesto por unos 40.000 hombres, era destrozado o dispersado.

Un mes más tarde, Pizarro entró en Cuzco y en enero de 1533 fundó la Ciudad de los Reyes (actual Lima). A continuación, por obra de Diego de Almagro todo el imperio fue sometido  y devastado.

Organización política

La cultura de los incas logró organizar el único imperio de América prehispánica, políticamente hablando, pues los llamados imperios Maya y Azteca sólo fueron federaciones de ciudades que dominaron o conquistaron pequeños territorios.

El Imperio Incaico comprendió, en la época de su mayor extensión, los actuales territorios del Ecuador, Perú, Bolivia, el noroeste argentino, la mitad norte de Chile y la parte meridional de Colombia.

Se dividía en cuatro grandes regiones: Collasuyu al S, Antisuyu al E, Cunsuyu al O y Chinchasuyu al N, divididas en provincias y éstas, a su vez, en dos o tres demarcaciones. Además había una jerarquía decimal de curacas, caciques o altos funcionarios.

Organización social

La suprema autoridad en la organización inca era el curaca, jefe de la aldea. Más tarde, con el desarrollo de la hegemonía incaica, a las dos clases sociales determinadas por el ayllu, los campesinos y los jefes, se añadieron las clases de los monarcas y de los esclavos.

Religión

Con la determinación política del imperio de los incas, se constituyó una religión de Estado, mediante la reelaboración de elementos comunes a la mayor parte de la población peruana. Esta religión se reflejaba, incluso socialmente, con una característica de tripartición de los bienes: una parte al Estado, otra al Sol (culto) y otra al pueblo. Bajo el VIII emperador, se tomó como divinidad suprema a un antiguo héroe, Viracocha, al que por primera vez se dedicaron dos templos. Su culto estuvo probablemente limitado a la nobleza (quizá únicamente a la familia imperial) y ha sido atestiguado por oraciones-himnos de gran valor poético. Él era el soberano del mundo en cuanto creador, pero un intermediario suyo, Inti (el Sol), llamado “siervo de Viracocha”, ejercía la soberanía actual en el plano divino, del mismo modo que otro intermediario, el emperador, “llamado hijo de Inti”, reinaba entre los hombres.

Otras importantes divinidades del panteón incaico eran: un dios panperuano, coligado con las lluvias y las tempestades, Illapa; Pachacamac, casi una reedición de Viracocha, venerado en la costa central y más tarde incorporada al imperio; una serie de madres como Mama Quilla (madre Luna, esposa de Inti), Pacha Mama (Tierra Madre), Mama Cocha (Madre Mar) y Mama Sara (Madre Maíz).

Sin embargo, Inti era el Dios supremo, a tal punto que los primeros investigadores atribuyeron al Sol todos los templos, así como consideraron “del Sol” a todos los sacerdotes, y “vírgenes del Sol” a algunas sacerdotisas, destinadas a varias funciones sagradas.

En Cuzco, Inti recibía un sacrificio diario, y su templo, el Coricancha, casi un panteón, incluía los simulacros de todas las divinidades de los países conquistados.

En esta religión de Estado se amparaban cultos locales con infinidad de lugares sagrados, llamados huaca. Con el IX emperador, Pachacuti, estos cultos parecieron amenazar la integridad del Imperio Inca, y él intentó en vano eliminarlos. En efecto, junto con el culto de los antepasados, constituían una realidad religiosa tradicional que la religión de Estado no consiguió absorber jamás, en cuanto que habían sido originados por el ayllu, la unidad del clan peruano, que el Estado había adoptado para fines administrativos.

El arte incaico

Existen imponentes y sugestivos restos arquitectónicos, diseminados sobre una faja del territorio de América del Sur.

Son importantes sobre todo los centros monumentales concentrados en el Perú y los de la zona de Cuzco y del lago Titicaca. Sobre el trazado de las ruinas pueden distinguirse numerosas ciudades antiguas. El Cuzco, la capital del Estado incaico, dividida en 13 barrios y que debió acoger a unos 300.000 habitantes; Machu Pichu, construcción de carácter militar, en la meseta; y otras, aunque abandonadas hace muchos siglos, quedaron íntegramente protegidas por un terreno inaccesible.

La arquitectura incaica es megalítica, ya que emplea grandes piedras de 40 y 50 toneladas. Esta arquitectura desconocía la columna y la pilastra, y el falso arco y la falsa bóveda, que emplearon los mayas. También hicieron poco uso de la ornamentación.

Los conquistadores quedaron asombrados con las calzadas, comparables a las romanas.

Dos de los más característicos y estimables ejemplos de la arquitectura religiosa de los incas son: el Palacio del Inca y el Templo de la Luna, erigidos sobre dos islas del lago Titicaca, presentan una estructura compleja y una refinada ornamentación. Las escaleras, terrazas, jardines, los centenares de galerías, de ventanas y puertas, que todavía tienen señales de revestimientos en estuco amarillo y rojo, les dan un sugestivo aspecto.

Las formas más corrientes de la cerámica incaica son las ollas de forma globular o esférica, con amplia boca y dos asas; los cántaros de cuerpo globular, base plana y cuello corto, tazones con dos asas, floreros, tazas y objetos diversos. En la decoración de la cerámica se usaban motivos geométricos, vegetales, animales y antropomórficos.

El arte textil incaico también era exquisito, tapices, cubiertas y prendas de vestir, todos decorados con motivos geométricos, en vivísimos colores.

La orfebrería merece mención especial; alcanzó su máximo desarrollo en la zona septentrional del Perú. Las magníficas placas pectorales, armaduras para los guerreros y los cuchillos son, sin duda, las obras de mayor importancia.

Abunda la vajilla labrada en relieve y adornada con piedras preciosas.

21 de mayo del 2017
Categoría: Enciclotin
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