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Recursos Naturales

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La Tierra está envuelta en otro recurso natural compuesto también de una combinación de componentes vivos y no vivos: consta de gases atmosféricos...

LOS RECURSOS NATURALES

La Tierra está envuelta en otro recurso natural compuesto también de una combinación de componentes vivos y no vivos: consta de gases atmosféricos, agua, materias orgánicas vivas y muertas, y más o menos sustancias minerales finas. Además, la Tierra es un producto de la interacción entre el ambiente vivo y no vivo.

Los recursos naturales se clasifican en renovables, aquellos que pueden ser regenerados una vez extraídos de la tierra (la flora, la fauna, el suelo y el agua), y no renovables, aquellos que no pueden ser regenerados una vez extraídos de la tierra, al menos en un plazo temporalmente grande. Entre éstos se encuentran los minerales (cobre, zinc, estaño, aluminio) y los combustibles fósiles (carbón, petróleo y gas natural).

La utilización de los recursos naturales debe ir siempre asociada con una evaluación de los recursos existentes, la dosificación de su consumo y la gestión de su impacto ambiental.

Recursos renovables

Los recursos renovables claramente reconocidos son los que constan o están producidos por seres vivos animales y vegetales. Las cosechas agrícolas, forraje para animales, cosechas del bosque, animales salvajes y domésticos, pueden mantener una reproducción continua y regenerar las poblaciones tanto como las condiciones medioambientales le sean favorables, y la fuente de semillas o abastecimiento de las crías se mantenga. Además, se pueden segar todas las mieses sin disminuir su suministro, con tal de que lo segado no exceda la producción o tasa de crecimiento. Si se hiciera así, se vaciarían los recursos; y, si la cadencia de siega continuase excediendo la cadencia de reemplazo, el recurso dejaría de ser renovable, y la especie se extinguiría. Un recurso renovable en esas condiciones se dice que está “minado”, esto es, se le imprime una cadencia que no permite renovación. Se pone en peligro la renovación de un recurso, si al ambiente requerido para ese recurso se lo deteriorara y hace desaparecer.

La renovación de un recurso vivo varía con la especie y el área en que se desenvuelve. Así, un gran variedad de plantas cultivables extensivamente, pueden crecer cada año hasta la madurez y ser recolectadas; son renovables anualmente y se pueden segar a una cadencia alta. Muchos árboles y plantas perennes tienen sin embargo una lenta cadencia de renovación, aunque ésta depende también del fin que se le vaya a dar. De cualquier modo, el ciclo cronológico para determinados árboles depende del tiempo requerido para crecer, madurar y producir semillas que permitan asegurar una nueva cosecha. Determinadas especies de coníferas pueden alcanzar un tamaño adecuado, producir madera útil y otros derivados de la misma en menos de 30 años. Otras, sin embargo, deseadas por la alta calidad de sus maderas, se pueden talar tras ciclos de 100 años. Las secuoyas de lento crecimiento, por ejemplo, se pueden considerar recursos no renovables, pues alcanzan su madurez entre 500 y varios miles de años, mucho más allá de los límites en los cuales el ser humano realiza proyectos vitales. Su utilización implica apurar el ciclo y talar árboles más jóvenes, lo cual no asegura el reemplazo de la especie. Se debe hacer también una distinción entre una especie renovable y las comunidades o paisajes que ocupan. Aunque lleva aproximadamente 100 años reemplazar un árbol de conífera maduro, se puede conseguir una producción indefinida para madera de muchos bosques de estas especies, si el nivel anual mantiene un rendimiento sostenido. Pero cuando se tienen en cuenta las relaciones mutuas entre factores como tierra, planta y vida animal, un bosque natural que no se ha perturbado previamente por las personas, estaría más cerca de renovarse en su totalidad que la especie individual dentro de él. Por eso, sería extremadamente difícil conseguir una comunidad nueva que se pareciera al original bosque primitivo, si el área es perturbada periódicamente por la tala de la madera. Estas consideraciones, entre otras, engendraron la necesidad de proteger parques nacionales, áreas del desierto y reservas para investigación. Desde un punto de vista absolutamente objetivo un desierto es un recurso no renovable; si se rompe seriamente la sucesión por medio de la actividad humana, podría requerir muchos cientos de años para conseguir una recuperación completa.

No es posible estudiar los recursos vivos sin considerarlos en el medio que ocupan. Los recursos vivos (bióticos) y los componentes no vivos (abióticos) actúan combinada y recíprocamente; al conjunto de ambos se les denomina ecosistemas. Es imposible separar un ecosistema en sus componentes vivientes y no vivientes, porque constituye un entero, un sistema dinámico en el que hay un flujo de energía de la luz del Sol, gases de la atmósfera, y minerales y agua terrestre. Mientras los componentes vivientes mantengan de forma saludable su función, se reciclarán los componentes minerales de la tierra por la vía orgánica dentro de ella, por ejemplo bacterias y otros microorganismos. Porque la mayoría de formas de vida terrestre son dependientes de la propia tierra para su existencia continuada, es por lo que se debe mantener la tierra en un estado renovable. La tierras minadas, los usos que agotan la fertilidad o las actividades que producen la erosión rápida del manto terrestre, reducen la probabilidad de que la vida pueda continuar su existencia en el área afectada.

Recursos no renovables

Los recursos no renovables incluyen aquellos que poseen un largo ciclo cronológico. Minerales como el carbón, combustibles fósiles como el petróleo, y también otros más temidos como los nucleares, tienen una serie de propiedades, por ejemplo las características que se precisan para su formación, las convierte en materias de difícil reemplazo.

Un combustible fósil como el carbón es menos renovable porque su cadencia de uso agotaría las existencias, al tener un proceso de formación extremadamente lento. La mayoría de minerales, en cambio, no se destruyen por el uso, y en cierto sentido son renovables o inagotables, porque se pueden reciclar para otros usos. Pero los suministros útiles de estos minerales cuando se encuentran en zonas fácilmente accesibles y extraíbles, infieren escaso interés por reciclar aunque no sean abundantes, lo que indirectamente los convierten en no renovables.

También, algunos minerales como el hierro y aluminio están extensamente distribuidos por todas partes de la corteza terrestre, en tales cantidades que exceden las necesidades reales de la humanidad.

Otros minerales como los metales preciosos, ejemplo del oro, platino, plata…, son muy limitados en cantidad y distribución. La utilidad de un mineral, de cualquier forma, depende de su accesibilidad y concentración. Por eso, minerales que se encuentran muy dispersos por todas partes de la tierra, en esencia no están disponibles aunque su volumen sea alto.

La mayoría de los esfuerzos para la obtención de minerales están dirigidos al hallazgo de menas, que son yacimientos en donde la concentración y cantidad del mineral es tal que puede ser extraído continuamente. Se intuyen las existencias o reservas minerales por las evidencias geológicas. Las menas o reservas que ahora no son consideradas, podrían llegar a serlo si se obtiene un avance tecnológico que permitiese su fácil extracción, o si el valor económico de ese recurso se incrementa notablemente. Se sabe por experiencias del pasado que los depósitos de mineral se pueden agotar. Por ejemplo, las minas alrededor de la ciudad de Virginia, Estados Unidos, y de estaño de Cornwall, podían producir significativas cantidades de mineral; hoy se pueden considerar extinguidos.

Los depósitos disponibles de cualquier mineral, al menos en tierras secas, son extinguibles y no renovables, porque los procesos geológicos que llevaron a su formación transcurrieron muy despacio a través de períodos muy largos. Algunos depósitos de mineral, de todas formas, son renovables.

21 de mayo del 2017
Categoría: Enciclotin
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