Este fenómeno provoca que las ciudades se expandan hacia las afueras, aumentando la construcción de viviendas, lo que lleva a deforestar miles de hectáreas de zonas verdes en las que habitan cientos de especies que debieron replegarse y ubicarse en nuevos territorios en los que, no siempre, hay alimentos, llevándolas a disminuir sus poblaciones. Además, ha generado la explotación y el uso excesivo de recursos no renovables con el fin de abastecer las necesidades de los seres humanos.