La basura electrónica está llena de componentes tóxicos que reaccionan con el aire, el sol o la lluvia y emite sustancias químicas que contaminan la atmósfera, el agua, el suelo y nuestra salud.
Se llama basura electrónica a todos aquellos dispositivos eléctricos o electrónicos que han llegado al final de su vida útil y, por lo tanto, son desechados. Computadoras viejas, celulares, electrodomésticos e impresoras, entre otros, quedan obsoletos por el avance de la tecnología. El problema es que esta basura es vertida a cielo abierto, lo cual resulta altamente contaminante. Los metales y demás elementos que poseen estos Residuos de Aparatos Eléctricos y Electrónicos (conocidos como RAEE) son tóxicos y contaminan el medio ambiente, perjudicando el aire que respiramos, la tierra y el agua que bebemos. Entre ellos, se encuentran:
Plomo. Lo contienen los monitores, los acumuladores y las baterías. Cuando este elemento químico se libera en el medio ambiente y es absorbido por los seres vivos, daña los riñones, el cerebro y el sistema nervioso. También hace que disminuyan las habilidades de aprendizaje.
Cadmio. Está presente en los tableros de circuitos y ciertas baterías recargables. El cadmio es un metal pesado que puede provocar cáncer, debilidad en los huesos, daño al hígado, los riñones, el sistema inmunitario, diarrea y hasta desórdenes psicológicos.
Mercurio. Está presente en interruptores, cubiertas, monitores y tubos fluorescentes. Afecta el sistema nervioso, irrita los ojos y provoca erupciones en la piel.
Selenio. Se utiliza en varias aplicaciones eléctricas y electrónicas, como en las celdas solares. La exposición a este elemento puede ocasionar pelo quebradizo, hinchazón de la piel, dolores agudos y uñas deformadas.
Arsénico. Algunos conductores y semiconductores se fabrican con este elemento, que es una sustancia cancerígena.