Esta fruta pequeña es originaria de un valle en China y fue llevada a Nueva Zelanda, donde se produce en grandes cantidades.
¿Por qué se llama así?
Se la denominó “kiwi” debido a su parecido con el pájaro homónimo, muy popular en Oceanía.
Sirve para adelgazar y eliminar la retención de líquidos
Al tener un gran porcentaje de agua y un nivel calórico intermedio, su consumo permite bajar de peso y sentirte más saciado. A su vez, no posee demasiado sodio, siendo perfecto para perder agua. Es muy diurético y útil en casos de insuficiencia cardíaca o hepática.
Mejora la circulación de la sangre
Al contener vitamina E y ácidos grasos Omega 3 y 6, el kiwi fluidifica la sangre, mejorando el estado general de las arterias y evita la formación de trombos o coágulos en los vasos sanguíneos. Sirve para protegerte contra la angina de pecho, los derrames cerebrales y los infartos, y permite reducir los niveles de colesterol en sangre.
Favorece el sistema inmunitario
Comer kiwi evita los resfriados y sube las defensas, debido a la gran cantidad de ácido fólico que presenta, sumado a la vitamina C. Ambos nutrientes permiten producir más glóbulos rojos y blancos, como así también anticuerpos, que funcionan como barrera de las enfermedades producidas por virus.
¿Quiénes no pueden comerlo?
Las personas que son alérgicas a una enzima llamada proteolítica actidina. Los que tienen tendencia a desarrollar cálculos renales tampoco, porque esta fruta es rica en oxalatos de calcio. Debido a su contenido en potasio, no se recomienda para los que padecen insuficiencia renal. Los síntomas por intoxicación por kiwi incluyen urticaria, problemas para tragar y vómitos.