Al igual que ocurre con las células del resto del cuerpo, las del cuero cabelludo también mueren y son sustituidas por otras nuevas. Sin embargo, este proceso, que suele ocurrir una vez al mes, no tiene mayor importancia cuando el cuero cabelludo está sano, ya que no se llega a detectar y las células muertas van desapareciendo constantemente con el cepillado o el lavado del cabello, sin que lo notemos. En nuestra cabeza humana vive un pequeño hongo que recibe el nombre de Malassezia, que se nutre de los aceites que son segregados por los folículos pilosos. El problema surge cuando este hongo se multiplica de una manera descontrolada, por razones que aún se desconocen y provoca que se acelere la renovación celular del cuero cabelludo, que dura entonces, en vez de un mes, menos de dos semanas. Las células muertas van cayendo al mismo tiempo que se mezclan con el aceite de los folículos pilosos formando pequeños grupos de escamas, a lo cual se le da el nombre de caspa, y que se suele quedar en el cabello o en la ropa. A la caspa la sufren millones de personas en todo el mundo y no reviste ninguna gravedad.