Ya en el 236 antes de Cristo, Arquímedes había construido un elevador y, también, se sabe que los antiguos egipcios usaban este tipo de aparatos. Por supuesto, nada tenían que ver con los ascensores que usamos hoy en día. El invento propiamente dicho y tal como los conocemos actualmente no llegó hasta mediados del siglo XIX y cambió, radicalmente, el aspecto de las ciudades, ya que permitió la construcción de edificios altos.