Aunque no es un comportamiento muy habitual (y cuya frecuencia también depende de cada perro), los aullidos son una fuente importante de información sobre su estado emocional, de ánimo o de salud.
Normalmente, no tiene por qué significar nada negativo, pues la mayoría de las veces será, simplemente, una forma de llamarse unos a otros y de hablar entre ellos. No obstante, en otras ocasiones puede ser indicativo de que algo no va bien: estrés, alguna dolencia, miedos o falta de algún cuidado específico. Por ejemplo, un aullido más lastimero y de tono bajo puede deberse a que el perro sufre algún dolor o molestia. Por el contrario, un aullido agudo, fuerte y sonoro puede tener su origen en que pase demasiado tiempo solo, en la falta de estímulos o, simplemente, en la imitación de algún sonido externo que le resulte similar a un aullido, como el viento o los sonidos de las sirenas en la ciudad.
A veces, el perro aúlla cuando ve a todos los miembros de la familia unidos. Puede ser una cena o una celebración y serán, en este caso, de alegría y excitación. La soledad puede ser un buen motivo para que el perro aúlle sin parar durante un buen rato, ya que no soporta quedarse solo.
Aunque de forma menos frecuente, a veces, el aullido puede ser una forma de establecer una marca territorial, es decir, de señalar que el espacio en que se encuentra es suyo o, al menos, que él considera como tal.