Es muy probable que cualquiera de nosotros alguna vez, hayamos consumido cierto alimento modificado genéticamente sin saberlo. Estos alimentos reciben el nombre de transgénicos.
LOS TRANSGÉNICOS
Es muy probable que cualquiera de nosotros alguna vez, hayamos consumido cierto alimento modificado genéticamente sin saberlo. Estos alimentos reciben el nombre de transgénicos. Quizás fueran papas con repelente de insectos incorporado, o tomates que tardan en madurar una vez cosechados.
Manipulación genética
En la Argentina, Brasil, Canadá, China, Estados Unidos y México se realizan cultivos transgénicos de soja, maíz y papa.
El empleo de la genética moderna para mejorar las plantas, los animales y los microorganismos utilizados en la producción de comestibles se llama biotecnología. El primer panadero que fermentó la masa con encimas de levadura también empleó organismos vivos para mejorar el pan. Ambos ejemplos de técnicas tradicionales tenían en común la utilización de procesos naturales para manipular el resultado.
La biotecnología moderna, a diferencia de los métodos tradicionales, permite alterar el material genético de forma directa y precisa y también se vale de organismos vivos para elaborar o modificar productos. Esa modificación se consigue insertando genes en las semillas (pueden ser también de origen animal) para hacerla más resistente a una determinada plaga, para soportar distintas temperaturas o para obtener un rendimiento mayor.
Sin embargo, las características conseguidas con la transferencia de genes individuales son de limitada eficacia.
¿EXISTEN PELIGROS POTENCIALES?
La biotecnología avanza tan rápido, que ni las leyes ni las instituciones reguladoras logran mantenerse al paso. Loa estudios no siempre pueden impedir los efectos imprevistos. Cada vez hay más críticos que advierten de resultados no planeados, sean graves problemas ecológicos, sanitarios o económicos (agropecuarios). Algunos investigadores recalcan que faltan pruebas a largo plazo y a gran escala que demuestren la inocuidad de los transgénicos, y señalan varios peligros potenciales:
Reacciones alérgicas:
Por ejemplo, si se transplanta al maíz un gen que elabora una proteína que causa tales reacciones, las personas sensibles a ciertos alimentos correrán graves peligros.
Potenciación de la toxicidad:
Según algunos expertos, las modificaciones genéticas podrían aumentar de formas inesperada la cantidad de toxinas naturales de las plantas.
Resistencia a los antibióticos:
Al alterar genéticamente las plantas, los científicos usan los llamados genes marcadores para determinar si han insertado bien el gen deseado. Como la mayoría de los genes marcadores aportan resistencia a los antibióticos, algunos críticos temen que agraven la creciente pérdida de eficacia de estos medicamentos.
Propagación de “supermaleza”:
Uno de los temores más graves es que, al colocar en el terreno las plantas transgénicas, los genes se escapen mediante las semillas y el polen, y se introduzcan en malas hierbas afines, creando una “supermaleza” resistente a los herbicidas.
Pérdida de eficacia de los pesticidas: Entre los transgénicos con mayor éxito están los que contienen un gen que elabora una proteína tóxica para las plagas. Algunos biólogos dicen que la exposición de los insectos a esta toxina los ayudará a desarrollar resistencia, inutilizando así los pesticidas. Pero, ¿hay seguridad de que lo que es tóxico para algunos insectos no será tóxico o perjudicial a largo plazo para el ser humano? UNA NUEVA REVOLUCIÓN VERDE.
Con todo, la modificación genética limitada de los cultivos infunde optimismo en los defensores de la biotecnología, quienes afirman que los transgénicos auguran una nueva revolución verde. Según una de las principales figuras de la industria biotecnológica, la ingeniería genética constituye “un arma prometedora en la lucha por facilitar más comida” a la población mundial, que cada día aumenta en unas doscientas treinta mil personas.
Lo cierto es que tales cultivos ya han contribuido a frenar el encarecimiento de la producción alimentaria. Los laboratorios han fortalecido algunas plantas comestibles con un gen que produce un pesticida natural, eliminando así la necesidad de fumigar hectáreas de terreno con sustancias tóxicas. Entre los transgénicos en preparación figuran leguminosas y cereales con niveles proteínicos muy superiores, algo que representa un considerable beneficio para las regiones más pobres del mundo.
INQUIETUDES ÉTICAS
A todos los posibles riesgos para el ambiente y la salud pública se añaden las opiniones de que la modificación genética de las plantas y otros seres vivos suscita una serie de cuestiones éticas y morales. Jeremy Rifkin, autor del libro “El siglo de la biotecnología” plantea así el dilema: “En el momento en que resulta posible cruzar todos los límites biológicos se empieza a ver a las especies sólo como información genética flexible. Esto nos conduce a un modo completamente nuevo de concebir tanto la relación que mantenemos con la naturaleza como la forma en que la utilizamos. ¿Tiene la vida valor intrínseco o sólo utilitario? ¿Qué obligación tenemos con respecto a las generaciones venideras?
¿Cuál es nuestro sentido de responsabilidad para con las criaturas con las que coexistimos?
Todo un desafío ético, moral, científico y económico que la humanidad deberá dilucidar en breve.