Un animal se considera silvestre cuando vive en su medio ambiente natural, independiente y libre del ser humano.
ANIMALES SILVESTRES
Un animal se considera silvestre cuando vive en su medio ambiente natural, independiente y libre del ser humano.
Este equilibrio se rompe cada vez que una persona que sale de paseo tienta de llevar algún animal a su casa ya sea porque lo encuentre solo o porque se lo ofrecen en venta como mascota, tal es el caso de: loros, tortugas, monos o hasta animales de mayor porte, como un puma.
Reservas ecológicas
Los distintos ambientes o biomas de nuestro continente permiten la existencia de una fauna rica y diversa. Pero el hombre, mediante actividades específicas entre las que se incluyen la caza indiscriminada, ya sea con fines comerciales o de distracción, y el tráfico ilegal, ha puesto a muchas especies en peligro de extinción. Las reservas ecológicas son destinadas especialmente a la protección de animales y plantas.
Los infractores o depredadores de la fauna silvestre son severamente sancionados con multas, decomiso de las presas obtenidas y puede llegarse hasta la pena de prisión.
Cuando se encuentran animales vivos, que han sido apresados para su venta posterior, son devueltos a su hábitat natural. De este modo se protege a las especies en extinción.
Que un animal que estuvo cautivo se reencuentre con su hábitat no es fácil. Lleva tiempo y un delicado proceso lograr que el mismo sea aceptado nuevamente por los de su especie y que sea capaz de adaptarse y sobrevivir en su medio silvestre.
Los cazadores, apasionados por este deporte y con fines de distracción, se trasladan a distintos ecosistemas en los que habitan distintas especies y las cazan sin tener en cuentan que rompen el equilibrio ecológico al eliminar a individuos pertenecientes a la cadena alimentaria propia de dicho sistema.
LOS COTOS DE CAZA
Son lugares en los que se permite la cacería con fines recreativos para especies autorizadas y en determinadas épocas del año que no son de anidación o cría. Lo mismo ocurre con la pesca.
Existen normas internacionales que reglamentan la caza y comercio de especies silvestres, permiten algunas, prohíben otras y en general regulan el comercio internacional de fauna silvestre con el objeto de impedir la extinción de alguna de ellas.
Los países adhieren a las mismas, reglamentan y establecen épocas de veda para la caza y pesca pues es el momento en que las distintas especies se encuentran en su etapa de reproducción y/o desove.
La caza con fines comerciales de muchos animales, especialmente los que por su fina piel abastecen a la industria peletera o por su carne, plumas, colmillos, etc., se realiza en la mayoría de los casos en forma ilegal. Este comercio se ha vuelto muy importante por las grandes ganancias que genera, pero pone en peligro de extinción a numerosas especies.
Los cazadores tal vez se sienten dueños de los animales que encuentran y, casi siempre, en desconocimiento de la cantidad de individuos de cada especie que habitan un país, cazan sin temor a ponerlas en peligro de extinción.
Los animales silvestres no son mascotas. Los animalitos silvestres no se acostumbran a vivir cautivos ni a la presencia del ser humano.
Los niños, por desconocimiento, los usan como juguetes, lastimándolos, muchas veces hasta producirles la muerte. En otras ocasiones mueren de estrés, tristeza o indigestión por mala nutrición.
Quizás mientras son pequeños acepten los alimentos que les brinda el hombre, pero en cuanto crecen y encuentran una puerta abierta intentan escapar tratando de volver al campo. Un gran porcentaje termina bajo las ruedas de los autos. De unas 8.700 especies de aves, 2.930 habitan en Sudamérica. Son capturadas masivamente con trampas y transportadas en recintos donde encuentran la muerte el 80% de ellas antes de ser vendidas.
La acción de los cazadores furtivos, la invasión de áreas silvestres por agricultura o urbanizaciones, nuevas rutas y el uso de agroquímicos han hecho disminuir en forma alarmante sus poblaciones.
CRIADEROS CON FINES COMERCIALES
Las pieles finas de muchos animales han promovido la instalación de centros con fines comerciales. En estos centros, con un plantel estable de hembras y machos, se obtiene una determinada cantidad de crías destinadas al aprovechamiento de su piel. Algo similar sucede con algunas aves de las que se aprovechan sus plumas y/o sus huevos. Si pensáramos, antes de comprar un abrigo de piel, cuántos animales deben morir para realizarlo, tomaríamos conciencia del mal que se causa, ya que muy bien podemos abrigarnos con otro tipo de ropa que no implique tener que matar a un animal para su producción.