La humanidad ha vuelto su mirada al cielo y a los astros, soñando en conquistar el espacio infinito.
LA CONQUISTA ESPACIAL
Según la mitología griega, Dédalo y su hijo Ícaro, para huir de la isla de Creta, se construyeron alas con plumas de ave unidas con cera de abeja.
A pesar de los avisos de Dédalo, Ícaro voló demasiado alto y se acercó tanto al Sol que éste derritió la cera de sus alas y el joven cayó para morir. Desde entonces, la humanidad ha vuelto su mirada al cielo y a los astros, soñando en conquistar el espacio infinito.
Los visionarios
En la Europa renacentista, Galileo Galilei, Johannes Kepler, Nicolau Copérnico e Isaac Newton trajeron nuevas verdades sobre el cosmos demostrando que el planeta Tierra, simplemente giraba alrededor del Sol.
Desde entonces los científicos han dirigido sus telescopios hacia el cielo, buscando elementos nuevos, reconociendo visualmente las superficies de la Luna y los planetas, y hasta especulando sobre posibles señas de vida extraterrestre.
Los escritores producían artículos, tanto absurdos como científicos, abordando maneras de alcanzar los cuerpos celestes.
La primera gran obra literaria que proponía un viaje espacial fue “De la Tierra a la Luna”, escrita por Julio Verne en 1865. En su libro, Verne proponía el uso de un cañón inmenso para disparar una cápsula tripulada con destino a la Luna. Era casi un plano de ingeniería de un proyecto espacial, donde se preveían todas las dificultades técnicas y se intentaba resolverlas. Verne vislumbró, de manera clara y precisa, que el problema básico del vuelo espacial consistía en alcanzar una velocidad inicial suficiente para escapar de la Tierra.
Quien introdujo la idea del uso de cohetes para salir de la gravedad terrestre fue el profesor ruso Konstantin Eduardovich Tsiolkovsky quien poseía sólidos conocimientos de física y de matemática. En 1898, él ya había deducido las leyes matemáticas fundamentales sobre el movimiento de los cohetes, leyes en las cuales hoy se basaban los diseños de todos los vehículos espaciales.
Con sus ideas y estudios Tsiolkowsky fue el verdadero profeta de nuestra Era Espacial.
Por otro lado, a inicios de la década de 1910, un joven profesor de Física de la Nueva Inglaterra, Robert Hutchings Goddard, comenzó a hacer experimentos con cohetes. Su artículo de 1919, llamado: “Un método para alcanzar altitudes extremas”, fue un análisis matemático global de aquello que hoy llamamos cohete sonda meteorológico, capaz de llevar instrumentos a altitudes que ningún vehículo aéreo puede alcanzar.
LA COMPETENCIA EN EL ESPACIO
La Era Espacial arrancó con el lanzamiento del Sputnik 1 por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS), en octubre de 1957, y con el del Explorer 1 por Estados Unidos de Norte América, en enero de 1958. El segundo satélite artificial fue también un vehículo espacial soviético, de nombre Sputnik 2, que fue lanzado el 3 de noviembre de 1957 y llevaba a bordo a un animal, una perra de nombre Laika.
Mientras el Sputnik 2 todavía se encontraba en órbita, Estados Unidos lanzó con éxito su primer satélite, el Explorer 1, el 31 de enero de 1958. Ambas potencias se sirvieron de perros y chimpancés para experimentar los efectos de la ausencia de gravedad en los seres vivos.
La URSS fue la primera en poner un hombre en el espacio, el cosmonauta Yuri A. Gagarin. El piloto del Vostok 6 fue Valentina Tereshkova, la primera mujer astronauta. Lanzada el 16 de junio de 1963, dio 48 vueltas alrededor de la Tierra.
Mientras tanto Alan Bartlett Shepard, se convirtió en el primer astronauta estadounidense. En mayo de 1961 el presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, puso en marcha el programa Apolo, con el objetivo de llevar un hombre a la Luna.
Mientras tanto, la URSS lanzó el programa Soyus. En el año 1969, la humanidad logró realizar el viejo sueño de pisar la Luna. El 16 de julio despegó la histórica nave Apolo 11. Neil A. Armstrong, el 20 de julio de ese año, descendió por una escalerilla con su traje espacial y puso su pie sobre la Luna. Sus primeras palabras fueron: “Éste es un pequeño paso para un hombre, pero un gran salto para la humanidad”. Millones de personas pudieron seguir en directo la retransmisión vía satélite del acontecimiento. Le siguió toda la serie Apolo (12, 13, etc.) con distinto grado de éxito, hasta que el 6 de diciembre de 1972 despegó la Apolo 17, última misión de ese programa espacial.
ESTACIONES ESPACIALES
Las primeras naves construidas como estaciones espaciales fueron la Salyut y el Skylab, diseñadas para permanecer largos períodos en la órbita terrestre mientras las tripulaciones iban y venían en otras naves. Esto se realizó para cumplimentar numerosos y valiosos experimentos y observaciones astronómicas.
La estación espacial Mir fue construida por los soviéticos como sucesora de la Salyut y lanzada el 20 de febrero de 1986, concebida por los soviéticos para ser la primera estación espacial permanentemente ocupada por una tripulación. Contaba con seis terminales de acoplamiento y tenía capacidad para alojar a dos cosmonautas. Cuatro años después, en 1999, la estación fue abandonada por falta de financiación y permaneció sin tripulación hasta abril de 2000.
El programa estadounidense Skylab era más extenso y complejo que el de la Unión Soviética. El Skylab fue lanzado con las dos primeras fases del cohete Saturno.
A principios de la década de 1980, el Sistema de Transporte Espacial, llamado transbordador espacial, se convirtió en el mayor programa de los Estados Unidos. En ambos casos, el objetivo era establecer bases fuera de la Tierra.
Una serie de inconvenientes acontecidos, tanto en unos como en otros, hacen pensar que todavía deberá pasar bastante tiempo antes de establecer una base en la Luna o enviar astronautas a explorar Marte.
SATÉLITES CIENTÍFICOS
A medida que las naves espaciales y los equipos científicos fueron ganando experiencia y seguridad, se fue desarrollando una gran variedad de satélites.
Los científicos trataron de recopilar información y de realizar estudios precisos del Sistema Solar y del espacio.
Los primeros satélites de este tipo han recogido datos de la radiación cósmica, el viento solar y las características electromagnéticas del espacio. Varios convenios euroamericanos han realizado diversos lanzamientos para investigación, entre ellos el telescopio espacial Hubble, que fue lanzado al espacio por la lanzadera espacial Discovery, en 1990.
SATÉLITES DE INVESTIGACIÓN
Estos satélites no tripulados son también de gran utilidad para los científicos dedicados al estudio de nuestro planeta. Se pueden clasificar en tres tipos: medioambientales, de navegación y de comunicaciones.
Los satélites medioambientales observan la Tierra y la atmósfera transmitiendo imágenes con diversos fines.
Los satélites meteorológicos envían diariamente datos sobre la temperatura y la formación de nubes. Incluso pueden detectarse incendios forestales desde los satélites.
Los modernos satélites de comunicaciones reciben, amplifican y retransmiten la información a la Tierra, y proporcionan enlaces de televisión, telefax, teléfono, radio y datos digitales alrededor del mundo.