Llamamos elementos a las sustancias fundamentales que consisten en átomos de una sola clase.
UN ORDEN MARAVILLOSO
Llamamos elementos a las sustancias fundamentales que consisten en átomos de una sola clase. Toda la materia del universo, incluso el astro más lejano, está compuesta de átomos. Por su tamaño, tales partículas son invisibles, pero agrupadas forman los elementos químicos conocidos. Algunos de éstos son sólidos y, por lo tanto, visibles; mientras que otros son gases que ni siquiera vemos. En la Tierra, únicamente se encuentran en estado natural 92 de estos elementos.
Historia de los elementos
Los antiguos conocían algunos de estos compuestos, entre ellos estaban el oro, la plata, el cobre, el estaño y el hierro. En la Edad Media, los alquimistas descubrieron el arsénico, el bismuto y el antimonio, y en el siglo XVIII se descubrieron muchos otros elementos. Al ir descubriendo más, los científicos se dieron cuenta de que todos guardan un orden preciso. Cuando los colocaron en una tabla, ordenados en filas y columnas, vieron que los elementos de una misma columna tenían propiedades semejantes con la otra. Pero también aparecían espacios vacíos en la tabla para los elementos aún desconocidos. Estos huecos llevaron al científico ruso Dmitrij Ivanovic Mendeleiev a pronosticar la existencia del germanio, de número atómico 32, así como su color, peso, densidad y punto de fusión. En 1863, con la ayuda del espectroscopio (aparato que puede separar la singular banda de colores que emite cada elemento) se estableció la identidad del indio, el sexagésimo tercer elemento que se descubrió.
En aquel tiempo, el 18 de marzo de 1869, se leyó a la Sociedad Química Rusa el tratado de Dmitrij Mendeleiev titulado: “Esbozo del sistema de elementos”. En él declaró: “Quiero establecer un sistema que no obedezca a la casualidad, sino a algún tipo de principio exacto y definido”.
En este famoso documento, Mendeleiev predijo: “Todavía podemos esperar descubrir muchos cuerpos simples desconocidos; por ejemplo, los similares al aluminio y al silicio, elementos con pesos atómicos de entre 65 y 75”. Mendeleiev dejó espacios en blanco para dieciséis elementos nuevos. Cuando se le pidieron pruebas que apoyaran sus predicciones, respondió:
“No necesito ninguna prueba. Las leyes de la naturaleza, a diferencia de las leyes gramaticales, no admiten excepción alguna”. Y añadió: “Supongo que cuando se descubran estos elementos desconocidos, más personas nos prestarán atención”.