La explosión migratoria que se ha producido en las últimas décadas está atemorizando a algunas personas
Las emigraciones
La explosión migratoria que se ha producido en las últimas décadas está atemorizando a algunas personas. El racismo y la xenofobia han resurgido abruptamente en la nueva Alemania. Chusmas violentas, denominadas por la prensa “cabezas rapadas neonazis”, han atacado a inmigrantes, pero estos casos no se limitan solamente a este país.
Algunos funcionarios de inmigración admiten que siguen una política de exclusión. En un país asiático, uno de ellos declaró que su trabajo consistía en “no dejar pasar a los extranjeros”.
En un comentario acerca de la reciente llegada de refugiados procedentes de un país de la Europa oriental, la revista Time citó las siguientes palabras de un alto funcionario: “No queremos que se sientan demasiado cómodos, lo que queremos es que se marchen”.
Aún más severas fueron las observaciones de un periodista francés que estaba convencido de que “los extranjeros que emigran a ese país constituyen una amenaza”. ¿Qué razones alegó? Dijo que son una “raza distinta, (hablan) idiomas distintos, (y tienen) un código de valores distinto”. ¿Cuál fue su conclusión? “Tendríamos que deportar a tantos como fuese posible (y) aislar al resto.”
Con estos sentimientos de xenofobia en el ambiente, no extraña que los extranjeros se enfrenten al prejuicio de las comunidades locales, que se sienten amenazadas por la repentina llegada de éstos.
Por otra parte, no es ningún secreto el hecho de que los extranjeros muchas veces aceptan los trabajos humildes que los ciudadanos locales desprecian.
Como consecuencia, muchos de los recién llegados tienen condiciones muy duras de trabajo y salarios muy bajos, sobre todo si son inmigrantes ilegales. Además, suelen sufrir mucha discriminación en el lugar de trabajo sólo por el hecho de ser extranjeros. Y por si eso fuera poco, la mayoría de ellos, prescindiendo de quienes sean o de donde traten de establecerse, tienen que afrontar el doloroso proceso de superar la angustia emocional que supone el verse desarraigados de su entorno y el tener que esforzarse por formar nuevos vínculos para el futuro. Sufren la tragedia de perder una primera patria y no encontrar una segunda.
En el caso de muchos, esa sensación de estar fuera de lugar está muy relacionada con la inmensa tarea que supone luchar con un nuevo idioma.
El idioma es esencial para formar parte activa de una sociedad; sin embargo, el aprender una nueva lengua puede ser un aspecto particularmente difícil de la integración, en especial para el extranjero adulto de cierta edad.
FAMILIAS DESHECHAS
Una de las consecuencias menos documentadas y sin embargo más trágicas de las migraciones masivas, es el desastroso efecto en la unidad familiar. En la mayoría de las ocasiones, ésta se fragmenta cuando uno o ambos padres dejan a sus hijos al cuidado de otros miembros de la familia para ir a otro lugar en busca de mejores perspectivas económicas. Estos son sólo algunos de los problemas con los que se enfrentan los emigrantes por todo el mundo, sin mencionar el coste de la emigración, su legalización y las decisiones que han de tomarse con respecto a salud, vivienda y educación, así como con respecto a otros familiares.
Si bien es cierto que un flujo desmedido de extranjeros causa ciertos problemas, no hay duda de que en muchos casos los extranjeros constituyen un haber para el país de acogida. Es obvio que Alemania occidental se ha beneficiado de sus trabajadores extranjeros, y viceversa. La mano de obra de las fábricas de acero y de las líneas de montaje de la Mercedes Benz la componen trabajadores invitados. Según la revista National Geographic, “la industria neoyorquina de la confección se habría venido abajo” si no se hubiese utilizado mano de obra inmigrante.
Los economistas reconocen que los emigrantes aportan una valiosa contribución al país que los acoge. A pesar de que son víctimas de muchos prejuicios, los turcos, paquistaníes y argelinos que viven en Europa han aprendido a adaptarse. Debido al desesperado deseo que tienen los extranjeros de triunfar en su nuevo país, tienden a una mayor autarquía (autosuficiencia económica) y a depender menos de los sistemas gubernamentales de asistencia social que los naturales del país”.
Unos pocos datos sobre migraciones importantes:
El 8% de la población de Francia lo forma 4,5 millones de inmigrantes, de los que 1,5 millones proceden del norte de África. En sólo un sector de la frontera entre México y Estados Unidos, 800 agentes de la Patrulla de Fronteras, o Border Patrol, detienen a un promedio de 1.500 inmigrantes ilegales cada noche. Alrededor del 20% de la población de Australia es de origen extranjero.
Es posible que un millón de polacos estén trabajando de modo ilegal en Europa occidental.
En un año reciente, 350.000 hombres emigraron de manera legal a África del Sur con un contrato de trabajo. La cantidad aproximada de emigrantes ilegales es de 1,2 millones.
Al menos 185.000 judíos soviéticos emigraron a Israel en 1990.
Más de 900.000 emigrantes del sudeste de Asia se han trasladado a Estados Unidos desde 1975.
Por lo menos mil personas emigran de Hong Kong cada semana.
POR QUÉ EMIGRAN
La atracción hacia países que ofrecen mejores oportunidades constituye un fuerte motivo para trasladarse. Esto, junto con el deseo de escapar de unas condiciones malas, produce el denominado efecto push-pull (presión y atracción). Las adversidades locales tienden a presionar a la persona para que emigre y las ventajas extranjeras tienden a atraerla.
El atractivo económico es uno de los factores que más fomentan la migración. Al hablar acerca de la comunidad italiana de cierta ciudad de Inglaterra, se ha dicho que el ganar dinero ha sido siempre su principal objetivo y añade que lo ganaron trabajando mucho y bien. Cuando se examina la enorme desigualdad de niveles salariales que existe en los diferentes países, no resulta extraño que la gente emigre. Un ejemplo: al sur de la frontera estadounidense un mexicano cobra por una hora de trabajo entre una quinta y una décima parte de lo que se cobra en Estados Unidos”.
Muchos emigran porque los amigos y los parientes los instan a hacerlo. Por ejemplo, a muchos se les ha recomendado que emigren a Australia. Como consecuencia, hoy día casi el 22% de la población australiana es de origen extranjero. Prescindiendo del motivo de la migración, la mayoría de las veces los emigrantes sufren mucho. Cuando perciben por completo todo lo que implica la migración, algunos desean intensamente regresar a su lugar de origen.
La raza humana es emigrante por instinto. Desde sus comienzos ha buscado nuevos horizontes donde la vida le pueda ser más propicia. Los primeros habitantes de América eran emigrantes asiáticos. Todos formamos parte de una gran familia, los humanos, por lo tanto seamos humanos, recordando siempre que, en este mundo, todos somos pasajeros.