Flora silvestre son las plantas de una región que crecen sin ser cultivadas. Fauna salvaje es el conjunto de animales que no han recibido la domesticación
¿Qué es Vida Silvestre?
Se hace difícil comprender el término “vida silvestre”. En la actualidad, el concepto inicial de “vida silvestre” (equivalente a fauna salvaje) se ha ido ampliando para incluir no solamente animales sino también plantas y ecosistemas (incluso paisajes) y vendría a incluir la flora silvestre y la fauna salvaje de una región dada.
Flora silvestre son las plantas de una región que crecen sin ser cultivadas; aunque pudieran incluirse las malezas de los cultivos, es preferible no hacerlo.
Fauna salvaje es el conjunto de animales que no han recibido la domesticación o cría por parte de los humanos o que posteriormente han adquirido la condición salvaje en escapes accidentales o en razón de programas de repoblación de fauna.
Importancia de la conservación
El uso sostenible de los recursos naturales, como el suelo, el agua, las plantas, los animales y los minerales nos hace ver la importancia de la conservación de la naturaleza, que está ligada a comportamientos y actitudes de las personas.
Los recursos naturales de un área cualquiera son su capital básico, y el mal uso de los mismos puede ocasionar grandes pérdidas económicas aunque, desde el punto de vista conservacionista, también tienen importancia otros valores, además de los económicos, como la singularidad del paraje o de las especies presentes en él (el patrimonio o acervo genético).
Desde el punto de vista estético, la conservación incluye también el mantenimiento de las reservas naturales, los lugares históricos y la fauna y flora autóctonas.
Influencia del hombre
Los humanos han alterado el entorno natural como nunca lo habían hecho en épocas preindustriales, provocando, por la devastación de fauna y flora naturales a través de los vertidos de petróleo, de la caza, la provocación de incendios y muchas otras de sus actividades. El hombre ha generado cambios medioambientales en forma mucho más rápida y nocivas como la deforestación.
En casi todo el mundo la flora y la fauna autóctonas han sufrido terriblemente el ataque simultáneo del hombre y de los animales que éste llevó de un lugar a otro.
Gran cantidad de las especies vegetales que hoy crecen en muchos lugares del mundo son foráneas, innumerables especies de animales se han extinguido desde que comenzó el contacto con el ser humano y muchos ecosistemas únicos se han transformado profundamente. Por ejemplo, en el remoto archipiélago de Hawai se han destruido los bosques originales de las tierras bajas para tener tierras de cultivo y lo que sobrevivió se ha visto degradado e invadido por especies extrañas escapadas de jardines, parques y plantaciones.
Por cada dos especies vegetales naturales de Hawai hay una foránea naturalizada y siguen llegando en grandes cantidades otras que pretenden llegar a serlo.
Los cerdos salvajes, las cabras y las ovejas que hozan, rumean y pastan, implacablemente destruyen los hábitats desde el nivel del mar hasta las tierras altas. Los mosquitos de otros lugares propagan la malaria y otras enfermedades a las aves nativas. Los insectos nativos, de suprema importancia ecológica como polinizadores y biorreductores, caen víctimas de las hormigas argentinas, las avispas de América del Norte y otros invasores. Los caracoles gigantes africanos, importados vivos como alimento, se escaparon y se convirtieron en la gran amenaza para las plantas nativas y las cultivadas; y los caracoles depredadores de América que se soltaron para que los controlaran, prefirieron dedicarse a devorar caracoles hawaianos nativos y ya han acabado con varias especies.
La mangosta de la India, que se introdujo en 1883 para que controlara a las ratas, también introducidas por el hombre, que infestaban los campos de caña de azúcar (también exótica), resultó mucho más eficaz para exterminar a las aves nativas con una capacidad lamentable que ya había demostrado en Jamaica y otras islas del Caribe.
DESTRUCCIÓN DE LAS FLORA Y FAUNA AUTÓCTONAS
A lo largo de la historia, la principal causa de la extinción de especies ha sido la introducción de otras foráneas en ecosistemas nuevos, pudiendo dañar severamente las flora y fauna autóctonas y trastornar el equilibrio ecológico.
Este hecho es particularmente evidente en las islas, en las que a menudo las especies evolucionan sin tener que competir con depredadores o intrusos.
Cuando el hombre introduce especies extrañas, la destrucción del ecosistema es el resultado más frecuente. Un número relativamente reducido de plantas y animales corrientes sustituye a una multitud de especies nativas y especiales que han evolucionado unidas, lo que empobrece la biodiversidad del planeta y la enorme variedad de formas de vida que hay dentro de cada ecosistema e interfiere en sus relaciones.
No sólo las especies autóctonas sino también las naturalizadas pueden sufrir la degradación genética de especies foráneas competitivas.
Como ocurre con los animales, las plantas de Eurasia son preponderantes en la lista mundial de malas hierbas, y muchas de ellas llegan hasta los trópicos.
Las regiones tropicales y subtropicales se han convertido en un crisol de plantas, hasta el punto de que una flora universal, simplificada y uniforme, amenaza con sustituir la biodiversidad local.
Muchas plantas que son inocuas en las aguas donde nacieron se transforman en malas hierbas cuando llegan a otro lugar.
PÉRDIDA DEL HÁBITAT Y CAZA FURTIVA
La pérdida del hábitat es el segundo factor implicado en la desaparición de especies. En la actualidad, la superficie ocupada por los bosques de todo el planeta se ha reducido en un 20% durante los últimos 300 años, mientras que la tierra dedicada a la agricultura se ha quintuplicado. Los bosques y campos que se talan para su aprovechamiento agrícola sólo pueden sostener una pequeña parte de las especies que antes mantenían.
La caza, y en especial la furtiva, son otras de las principales causas de la extinción de especies animales. En algunas regiones de África, los cazadores en busca de alimento han aniquilado decenas de especies.
En los últimos años, los expertos han llegado a la conclusión de que no es efectivo intentar salvar especies una a una; hoy en día los esfuerzos por preservar la biodiversidad se centran en el mantenimiento del hábitat necesario para la supervivencia de determinadas especies vegetales y animales. Actualmente, un 6% de la superficie del planeta constituye un hábitat protegido, aunque estas zonas no están distribuidas de forma equitativa por todos los continentes.
Algunos ejemplos de protección de fauna y flora:
Santuario de fauna y flora Los Flamencos
Este es un espacio natural ubicado en la costa caribeña, en la zona de bosque seco del noroeste de la península de la Guajira. Abarca 7.000 has. aproximadamente, las cuales conforman una comunidad biológica compuesta principalmente de algas, moluscos, crustáceos y peces. En el santuario existen, además, otros crustáceos, como la jaiba y la artemia salina, así como una gran variedad de aves acuáticas residentes y migratorias, entre ellas gaviotas, garzas blancas, arenarias, chorlitos, patos zambullidores, cormoranes, mariamulatas, águilas pescadoras y el extraordinario flamenco que da nombre al parque.
Parque nacional Lauca
En el Parque nacional de Lauca (Chile), se distinguen dos áreas claramente diferenciadas. La primera de ellas, situada a menor altura (2.800- 4.000 m) se denomina precordillera, y alberga una flora y una fauna netamente esteparias. En la segunda, por encima de los 4.000 metros, se ha desarrollado un hábitat típico del altiplano.