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Impuestos

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IMPUESTOS

Se conoce como impuesto a la contribución con que el Estado grava los bienes de individuos, empresas y su trabajo, para solventar los gastos públicos. Cuantitativamente representa la mayor parte de los ingresos públicos y es, en el orden tributario, la expresión más depurada del poder coactivo del Estado.

Su evolución histórica comenzó con el impuesto como simple acto de poder y llegó a nuestros días en forma de una verdadera relación jurídica perfectamente regulada por el ordenamiento legal.

En esta relación el sujeto activo es el Estado, o más exactamente el ente público que ostenta la soberanía en materia fiscal; el contribuyente es el obligado al pago y, en sentido más amplio, toda persona que de algún modo queda sometida a la soberanía financiera cuando aquél ejerce su poder.

El contenido de la relación jurídico-tributaria es el conjunto de derechos y obligaciones recíprocas que, al aplicarse el tributo, quedan establecidas entre el sujeto activo y el pasivo. El objeto principal de la relación es la prestación pecuniaria o deuda fiscal. Para llegar a su conocimiento la ley determina el hecho imponible, la base tributaria y el gravamen. El hecho imponible está integrado por las condiciones precisas para el nacimiento de la relación tributaria. La base y el tipo de gravamen constituye la llamada tarifa fiscal, mediante la cual se llega al cálculo de la deuda fiscal.

Los impuestos directos gravan la renta o el patrimonio.

Se llaman reales o de producto cuando gravan la renta en su fuente sin considerar la capacidad económica de la persona que será la receptora de la citada renta: son los impuestos sobre la renta del trabajo, sobre las rentas del capital y sobre las rentas mixtas.

Los impuestos directos personales o sobre la renta, gravan el total de las diversas rentas, obtenidas por una persona física o jurídica, como por ejemplo, una sociedad mercantil.

Existen otros impuestos directos que recaen sobre los patrimonios materiales o los inmateriales.

Los impuestos llamados indirectos afectan o bien al gasto entendido como transacción real por la que se transmite una parte del producto nacional, o bien a las transacciones reales o financieras mediante las que se realizan las transmisiones patrimoniales.

Los impuestos sobre el gasto pueden ser recaudados una sola vez a lo largo del proceso productivo (en la fase del consumo o en la de fabricación) o varias veces.

En este último caso recibe el nombre de impuesto sobre las ventas.

En general, el fin del impuesto es proporcionar al Estado medios financieros que, junto con los obtenidos por otras vías, habrán de sostener el gasto público.

El impuesto a través de la historia

Durante la Edad Media los impuestos se pagaban con trabajo o con parte de la producción agraria y no con dinero.

Esta forma de cobrar los impuestos bastaba ya que los servicios que ofrecían los gobiernos consistían en esencia en la defensa militar o en la realización de algunas obras de utilidad pública, como carreteras. Los gobernantes podían reclutar soldados y trabajadores, y exigir a los nobles que proporcionasen soldados y campesinos en función de su rango y sus bienes. De forma similar, se cobraba una parte de la producción agrícola a los terratenientes, con lo que se podía alimentar a trabajadores y tropas. En los Estados industriales actuales, aunque los impuestos se cobran en términos monetarios, el método es el mismo en la práctica: el gobierno establece una base impositiva (en función de los ingresos o de las propiedades que se tienen) al que se le aplica un tipo impositivo; a partir de ahí se calcula el impuesto a pagar (resultado de multiplicar la base por el tipo).

No obstante, en la actualidad los sistemas impositivos varían mucho según los países, pudiéndose crear un sistema de pago en especie o cobrar impuestos sobre los ingresos. Los sistemas más sencillos sólo son viables cuando la intervención del gobierno en una economía es mínima.

Cuando las pretensiones gubernamentales son múltiples y complejas (por ejemplo, cuando un objetivo consiste en redistribuir la renta con criterios de equidad), el sistema impositivo tendrá una estructura técnica muy compleja. En este caso, habrá que elaborar complejos sistemas fiscales de control y educar a la ciudadanía para lograr su colaboración.

Principios impositivos

Los sistemas impositivos deben cumplir distintas funciones, que dependerán de los objetivos del gobierno que los impone. Los gobiernos locales o regionales suelen obtener ingresos a partir de impuestos sobre las propiedades físicas, mientras que los centrales cobran impuestos sobre la venta e impuestos sobre la renta. Los gobiernos locales o regionales están obligados a limitar sus gastos a sus niveles de ingresos (restricción presupuestaria), que dependen de los ingresos impositivos que obtienen y del dinero que les transfiere el gobierno central. Sin embargo, éste puede además generar ingresos, aparte de los impuestos para equilibrar su presupuesto. Además, el sistema impositivo no tiene como único fin la obtención de ingresos, sino que es un instrumento esencial de la política fiscal.

Los gobiernos, al controlar la oferta monetaria (mediante la política monetaria) y la política fiscal intentan lograr una estabilidad económica para conseguir una estabilidad en los precios y aumentar el empleo. Por ejemplo, durante una depresión económica, el gobierno puede optar por reducir los impuestos e incurrir en un déficit presupuestario aumentando de esta manera las posibilidades de consumo de los individuos y las posibilidades de inversión de los empresarios, que dispondrán de más capital para invertir, por lo que se logrará aumentar la producción. Durante los períodos de expansión económica, podrá ser necesario aumentar los impuestos y gastar menos de lo presupuestado para evitar presiones inflacionistas debidas a un exceso de dinero en relación con los bienes disponibles.

Entre los diversos sistemas impositivos de cada país existen profundas diferencias tanto en lo que respecta a los ingresos como en lo concerniente a gastos. Las políticas impositivas y de gastos reflejan el sistema de valores que caracteriza a una sociedad. Casi todas las democracias modernas consideran que un buen sistema impositivo ha de cumplir tanto los principios librecambistas como las doctrinas económicas enunciadas en el siglo XVIII por el economista escocés Adam Smith.

21 de mayo del 2017
Categoría: Enciclotin
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