Su antiguo territorio se reparte hoy entre México, Guatemala y Honduras
LOS MAYAS
Su antiguo territorio se reparte hoy entre México, Guatemala y Honduras.
La historia de los mayas se puede dividir en tres épocas: la preclásica (1500 a.C. hasta 317 d.C.), la clásica (hasta 889) y la posclásica (hasta 1697), año en que se completó la conquista española del último reducto maya.
El término cultura maya se refiere sobre todo a la época clásica, identificada convencionalmente con las primeras fechas descifrables que aparecen en los monumentos; pero los descubrimientos de restos de la época preclásica prueban la existencia de una estructura religiosa y social muy desarrollada, así como la de un cuerpo sacerdotal experto en matemáticas y astronomía: probablemente fue en este período cuando se inventó el calendario maya y nacieron los principales centros religiosos del norte de Yucatán.
En general, los mayas se dividen en tres grandes grupos territoriales: los itzá, que a principios del siglo VI d.C. se separaron del tronco originario, a consecuencia de la actuación del mítico Itzana, y fundaron las ciudades de Chichén Itzá y Chakanputún; los quiché de Guatemala, en cuya lengua se redactó el Popol Vuh, la única obra literaria maya que se ha logrado conservar hasta hoy, y por último, los huastecas de Veracruz, en México, que quedaron aislados y no participaron en la alta cultura de los demás mayas.
Aunque divididos lingüísticamente y esparcidos por un territorio de 250.000 km2, los mayas de la época clásica revelan una gran homogeneidad en la escritura, en los sistemas de calendarios, en las artes plásticas y en el simbolismo religioso.
La fecha más antigua en escritura jeroglífica del territorio maya se halla grabada en la placa de Leiden, pequeño objeto de jade que lleva una fecha correspondiente al año 320 d.C.; algo posterior (328) es el más antiguo monumento en piedra de la zona maya, un monolito que se encontró en Uaccxactún (Guatemala). Fuera del territorio maya se han descubierto objetos del estilo de este pueblo con fechas todavía más antiguas, en zonas de cultura olmeca (costa del golfo de México).
Hacia fines del siglo IX, y procedente del norte, apareció en el Yucatán un nuevo pueblo, tal vez de origen azteca, el de los tutul xiu, que ocupó Chichén Itzá. Rechazado por una coalición formada por Chichén Itzá, Champotón y Tihoo, volvieron a la ofensiva a finales del siglo X, pero entonces se encontraron con un nuevo invasor de origen mexicano, el pueblo de los toltecas que, guiado por el gran sacerdote Kukulcán (Quetz- alcóatl), ocupó todo el territorio de los itzá, reconstruyó Chichén Itzá y fundó la ciudad de Mayapán como centro político del nuevo dominio.
Mientras tanto, la ciudad de Uxmal, fundada por los tutul xiu, ostentaba la primacía religiosa. Así nació la llamada Liga de Mayapán, confederación integrada por la ciudad de este nombre, Chichén Itzá y Uxmal.
Pero años más tarde las rivalidades provocaron la ruptura de la Liga y del poder centralizador y se inició una larga guerra entre los cocom de Mayapán y los tutul xiu, aliados de los itzá. Tras la derrota de los demás, los tutul xiu trasladaron el centro religioso a Maní. Luego de varios desastres naturales (huracanes, pestes, epidemias), llegaron los españoles.
A comienzos de 1517 Francisco Hernández de Córdoba, fue derrotado por los mayas a orillas del Champotón. Al año siguiente, una nueva expedición española, al mando de Juan de Grijalba, recorrió la costa hasta Veracruz y el río Pánuco (1518); la tercera campaña fue organizada por Hernán Cortés, quien se limitó a ocupar la isla de Cozumel expulsando a los Itzá. Francisco de Montejo fue nombrado gobernador de Yucatán; así comenzó en 1527 la invasión del territorio.
Arte
Además de sus notable conocimientos matemáticos y astronómicos, los mayas, bajo la dirección de una clase sacerdotal culta y dinámica, alcanzaron un alto nivel en la arquitectura y la escultura.
Los templos se edificaban por lo general sobre alturas artificiales escalonadas (como pirámides), de planta cuadrada o poligonal, con un solo piso y una serie de falsas bóvedas cubiertas con losas de piedra.
En escultura los altos y bajos relieves que decoran edificios y estelas, tienen motivos de carácter religioso, como la serpiente, el dragón de dos cabezas, el pájaro de cabeza de serpiente, el dios de nariz larga, el dios de nariz aquilina y la barra ceremonial.
La pintura parece no haber tenido el mismo desarrollo que la escultura; la pintura al fresco del Templo de los Guerreros demuestra que usaban colores muy vivos; son de mejor calidad y más antiguos los frescos de un edificio de Bonampak.
El arte de la cerámica alcanzó entre los mayas un gran refinamiento.
El arte y la cultura de los mayas parecen tener su origen en los olmecas, los cuales se diversificaron en nuevas ramas de pueblos, entre los cuales sobresalió la de los mayas.
Se destacaron también el calendario y la escritura jeroglífica.
Religión
La cultura maya del período clásico (hasta el siglo XI d.C.) se desarrolló bajo la influencia religiosa. Teocráticamente, un solo sacerdote gobernaba todo el territorio, donde no se levantaban ciudades sino sólo centros de culto. Todos los progresos técnico científicos de los mayas guardan relación con exigencias de orden religioso; así, la arquitectura y el arte se destinaban a la construcción de centros ceremoniales, cuya grandiosidad contrastaba con la pobreza de las chozas en que vivía la población. Escritura, aritmética y astronomía, sirvieron para elaborar un complicado calendario que tenía en cuenta hasta ciclos de 64 millones de años, evidentemente con fines religiosos ya que un espacio de tiempo tan amplio no podía responder a motivos prácticos. Con este sistema de calendario parece que se quería determinar el curso del tiempo, abarcando un futuro lo más lejano posible. Los sacerdotes mayas intentaron también determinar cada día de acuerdo con sus conocimientos del movimiento de los astros (posición del Sol, de la Luna, de Venus y de otros planetas), y según la coincidencia artificial que ofrecían los cíclicos períodos de los 260 días del año sacro (tzolkin), anotados de modo regular junto a los 365 días del año solar. Los dos ciclos, solar y sacro, coincidía cada 52 años. El tzolkin, que determinaba el esquema de la vida religiosa, originariamente fue un calendario festivo agrícola relacionado con un ciclo de producción de 260 días al año; pero más tarde, al separarlo los sacerdotes del ritmo de las estaciones, se registró como si poseyera valores sagrados absolutos, sin ninguna relación con la cosecha.
También los dioses mayas estaban muy vinculados con el sistema calendario. Dos grupos de 20 y 13 divinidades correspondían, respectivamente, al número de los días del mes maya y a los trece meses en los que se dividía el año tzolkin. Otras nueve divinidades ejercían por turno su protección sobre los días, en una secuencia infinita.
En la especulación religiosa, estos grupos eran más importantes que la misma personalidad de los dioses, entre los cuales se destacan Itzamná, señor del cielo, hijo del Creador y jefe del pantheón maya, relacionado con el Sol y al que se representaba como un anciano; Chae, dios de la lluvia, a quien se le figuraba con una larga nariz y dos gruesos colmillos encorvados; Ah Puch, dios de la muerte y de la destrucción, que aparece con una calavera en el lugar de la cabeza, mostrando en el cuerpo señales de descomposición, con la columna vertebral desnuda y adornado con huesos; Ek Chuah, divinidad de lo extrahumano, del mundo salvaje opuesto al de los hombres y protectora de los que se veían obligados a emprender largos viajes lejos de sus residencias; Ixchel, esposa de Itzamná, relacionada con la Luna, las inundaciones, los embarazos y el arte de tejer; Ixtab, protectora de los que se suicidaban ritualmente para poner fin a una grave crisis y adquirir una condición ultraterrena feliz. A estos dioses se añade una joven divinidad, cuyo nombre se ignora, relacionada con el cultivo del maíz, y Kukulcán, dios del viento (Quetzalcóatl). En el fondo, la religión maya se basaba en el culto a la naturaleza con ritos de tipo mágico para asegurar las cosechas. El culto comprendía oraciones, incensaciones, danzas, fiestas y sacrificios, algunos de ellos sangrientos y con víctimas humanas.