La moralidad se relaciona con lo que es propio en la conducta humana, e incluye la honradez, la veracidad y las normas elevadas de comportamiento
Moralidad, ¿qué ha pasado con ella? La moralidad se relaciona con lo que es propio en la conducta humana, e incluye la honradez, la veracidad y las normas elevadas de comportamiento relativas a la sexualidad y otros asuntos.
En Hamburgo (Alemania), los informes de actos de violencia aumentaron en un 10% en 1997, y el 44% de los sospechosos eran jóvenes menores de 21 años.
Entre los políticos y los funcionarios de muchos gobiernos la corrupción es común. Se permite el lavado de dinero a gran escala y el tráfico de armas y drogas, y las organizaciones delictivas sobornan a empleados para que guarden silencio.
Sin embargo, el fraude no es exclusivo de las clases sociales más elevadas. Según un escrito de la
Comisión Europea referente a los trabajadores ilegales, el 16% del producto nacional bruto proviene de negocios no registrados que no pagan impuestos. También se sabe que en Rusia hasta un 50% de los ingresos se generan fuera del marco legal. Además, la Asociación de Inspectores Diplomados contra el Fraude, de Estados Unidos, declaró que las empresas del país pierden más de 400.000 millones de dólares al año porque los empleados roban dinero o bienes. En otra área, algunos pedófilos utilizan niños a quienes engañan para involucrarlos en actividades sexuales ilícitas. La pornografía infantil por Internet es cada vez más preocupante, según un portavoz de la organización Salvemos a los Niños, de Suecia. La sede noruega de dicha organización ha recibido millares de avisos sobre sitios de pornografía infantil en Internet. Gran parte de ese material se produce en países donde los gobiernos o las autoridades locales son incapaces de controlar tal infamia.
¿Existe menos moralidad hoy que en el pasado?
Los años 1600 y 1850 se caracterizaron por una civilización de la vida social en algunos lugares. La gente tomaba más en cuenta las necesidades de los demás: se había hecho más compasiva. Algunos historiadores destacan que el robo y los delitos contra la propiedad eran mucho menos frecuentes en el siglo XVI que en la actualidad.
Había pocos casos de pandillas de ladrones, especialmente en las zonas rurales.Pero se había instalado la institución de la esclavitud, que resultó en algunos de los más horrendos crímenes de la historia: el secuestro de seres humanos de África a manos de traficantes europeos y la brutalidad de que fueron objeto millones de esclavos en las tierras a donde se les llevó.
Por ello, si analizamos los siglos pasados, hallaremos que, desde una perspectiva histórica, algunas condiciones eran mejores y otras peores.
El siglo XX
En los años treinta, la cantidad de asesinatos y homicidios empezó a aumentar de nuevo, y, tristemente, desde entonces se ha mantenido la tendencia.
En el siglo XX ocurrió un deterioro ético a gran escala. Se puede ver con claridad que el punto de vista de la sociedad sobre la sexualidad y lo que es moralmente aceptable ha cambiado mucho en los pasados treinta o cuarenta años. Antes, la sociedad establecía lo que era moralmente correcto mediante reglas estrictas, pero ahora, la postura es más liberal e individualista.
En la actualidad, la mayoría de la gente piensa que la conducta sexual y otros aspectos de la moralidad son asuntos sobre los que puede decidir por sí misma. En 1960, sólo el 5,3% de todos los niños de Estados Unidos nacían fuera del vínculo matrimonial; en 2002 la cifra era del 33,8%.
Egoísmo y codicia
Un factor determinante fue el rápido desarrollo tecnológico y económico que tuvo lugar en el siglo XX.
La gente piensa en sí misma y en la gratificación máxima de sus deseos. Muchos norteamericanos temen que su anhelo por el dinero haya subyugado a otros valores morales, como el respeto a los demás, la honradez en el trabajo y la participación comunitaria.
La sociedad se ha vuelto más codiciosa debido a que muchos ejecutivos se asignan elevados aumentos de sueldo y lucrativos beneficios de jubilación mientras exhortan a los empleados a moderar sus demandas salariales. El problema es que sus actitudes son contagiosas y rebajan el nivel de moralidad entre el público en general. Esta actitud tiene un efecto desolador en la moralidad, tanto en la sociedad como en el plano personal.
La cultura de las comunicaciones
Otro factor importante que contribuyó al rápido debilitamiento de la moralidad durante la segunda mitad del siglo XX fue la cultura de las comunicaciones. Los nuevos transmisores de valores morales son los productores de televisión, los magnates cinematográficos, los publicistas de las modas y un sinfín de otras figuras del mundo de la comunicación. Éstos ejercen un fuerte control sobre nuestra cultura y nuestros hijos en particular, y suelen tener muy poco sentido de responsabilidad, o ninguno, por los malsanos valores que difunden.
Los padres responsables, hoy día tienen que competir intensamente con la cultura de las comunicaciones si quieren ser ellos quienes influyan en sus hijos y los eduquen. Pero, ¿y las familias cuyos padres son irresponsables? En tales casos, la cultura de las comunicaciones no tiene rival como modelo de valores, y la televisión, la pantalla de cine o el disco compacto moldean principalmente el sentido del bien y del mal del niño, así como sus preferencias en la vida.
Regreso a “La moralidad de la
Edad de Piedra”
¿Cómo se manifiestan en los jóvenes los efectos de tales influencias negativas? En primer lugar, una mayor cantidad de niños y adolescentes han cometido en años recientes actos crueles de violencia contra otros niños y adultos.
Un suceso estremecedor tuvo lugar en Suecia en 1998: dos niños, de cinco y siete años de edad, estrangularon a un compañero de juegos de cuatro años. Mucha gente se planteó la pregunta. ¿No tienen los niños un freno interno que les impida seguir cuando están yendo demasiado lejos? Una psiquiatra infantil hizo la siguiente observación reveladora: El freno que impide ir demasiado lejos es algo que tiene que aprenderse. Quizás tenga que ver con los modelos de conducta de los niños y lo que aprenden de los adultos que los rodean.
Un fenómeno parecido puede observarse en los delincuentes violentos. Entre el 15 y el 20% de todos los presos actuales son psicópatas, es decir, se centran exageradamente en sí mismos, carecen de empatía y no pueden o no quieren comprender el concepto del bien y del mal.
Algunos observadores han percibido un embotamiento del sentido moral hasta entre los niños y los jóvenes que parecen norma- les. Muchos de sus estudiantes han objetado en estos últimos años el principio de la dignidad y el valor únicos de la vida humana. Cuando se les preguntó a unos jóvenes qué harían si tuvieran que elegir entre salvarle la vida a su mascota y salvar a una persona desconocida, muchos dijeron que optarían por el animal. El problema no es que los jóvenes sean ignorantes, desconfiados crueles o traidores. En pocas palabras, están conceptualmente desorientados. Muchos de ellos cuestionan ahora la idea del bien y del mal.
Por lo que se ve, el debilitamiento de la moralidad en nuestro tiempo es una realidad, y una gran cantidad de personas teme que las consecuencias sean nefastas.