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Músculos

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Los músculos son los encargados de permitir el desplazamiento. Son tejidos resistentes y elásticos que posibilitan el funcionamiento...

Los Músculos

La vida se sostiene mediante el movimiento. Así, el pecho se eleva y desciende con la respiración, y el corazón palpita rítmicamente para mantenernos vivos.

Los músculos son los encargados de permitir el desplazamiento. Son tejidos resistentes y elásticos que posibilitan el funcionamiento de los órganos, de modo que los pensamientos y sentimientos se traduzcan en acciones como: sonreír, llorar, hablar, caminar, correr, trabajar, jugar, leer o comer. Es difícil pensar en una tarea en la que no intervenga un músculo. Nuestro organismo está integrado por unos seiscientos cincuenta músculos. En el oído se encuentran los más pequeños, ligados a los huesos más diminutos, mientras que en las nalgas se localizan los más grandes: los glúteos, que mueven las piernas. La musculatura constituye la mitad del peso corporal del hombre y un tercio del de la mujer. A los músculos, concebidos para trabajar, se los considera máquinas biológicas, que cada día transforman en movimiento más energía que todos los mecanismos ideados por el hombre, incluido el automóvil.

Aunque nos hallemos en reposo, los músculos permanecen en estado de disponibilidad, listos para actuar.

Siempre tienen algunas fibras contraídas destinadas a mantener la postura o evitar que nos caigamos de la silla, por ejemplo.

Clases de músculos

Los músculos se dividen en tres cate gorías, cada una con distintas funciones.

La primera, el músculo cardíaco, que provoca los latidos, y pasa media vida en reposo, pues debe relajarse entre una contracción y la siguiente.

El segundo grupo lo forman los músculos lisos, que recubren la mayoría de los órganos internos (e incluso los vasos sanguíneos), y, al igual que el músculo cardíaco, son de acción involuntaria, por lo que no se controlan conscientemente. Éstos realizan funciones vitales, como impulsar los fluidos a través de los riñones o la comida por el aparato digestivo, regular el flujo sanguíneo por el sistema vascular, permitir el ajuste de las lentes oculares, dilatar y contraer las pupilas.

Por último, la categoría que abarca la mayor parte de los 650 músculos del organismo: los músculos esqueléticos, que realizan los movimientos voluntarios que aprendemos a controlar desde la infancia, cuando, por ejemplo, aprendimos a mover los brazos y las piernas para caminar y mantener el equilibrio.

Los músculos esqueléticos funcionan en equipos de dos: cuando uno de ellos se contrae, el otro se relaja; un ejemplo claro de esto es el tríceps, que actúa en equipo con el bíceps, se contrae y nos permite estirar el brazo con rapidez. Si no se realizara esta labor de equipo, cada vez que nos rascáramos la cabeza la fuerza de la gravedad nos haría caer el brazo.

Hay músculos de diversos tamaños y formas, algunos son largos y delgados, como los de la corva; otros, grandes y gruesos, como los glúteos. Pero todos siguen un diseño que nos permite movernos. Por ejemplo, la caja torácica sería rígida si no fuera por los músculos intercostales que llenan los espacios entre una costilla y otra, que permiten a la pared torácica moverse como un acordeón para facilitarnos la respiración. Por otro lado, los abdominales son como capas colocadas como láminas en distintos ángulos, para que los órganos del abdomen no se salgan de sitio.

Colaboración de músculos y tendones

La conexión de los músculos con los huesos, de los que tiran, se realiza mediante los tendones, que son tejidos blancos semejantes a cordones. Los tendones se adentran profundamente en los músculos y están ligados al tejido conectivo que rodea a la fibra muscular. Gracias al tejido conectivo, las fuerzas que se generan dentro del músculo tiran del tendón y así hacen mover los huesos. El más potente es el tendón de Aquiles, que va adherido a la de la pantorrilla, que actúa como amortiguador y soporta presiones como correr o saltar. La adaptabilidad de la mano constituye otro ejemplo de la cooperación de músculos y tendones. Estos músculos, y otros veinte más que recubren la muñeca, la palma y los dedos, confieren a la mano la asombrosa destreza de montar el delicado mecanismo de un reloj o cortar madera con un hacha.

Más de treinta músculos faciales

La cara, como ninguna otra parte del cuerpo, expresa la personalidad. A fin de posibilitar una amplia variedad de gestos faciales, en nuestro rostro concentramos más de treinta músculos y no en vano, pues tan sólo para sonreír se requieren catorce.

Algunos músculos faciales son muy potentes, como los que van fijados a las mandíbulas, que ejercen una fuerza de 75 kilogramos para la masticación. Otros son delicados, pero resistentes, como los que controlan los más de veinte mil movimientos diarios de apertura y cierre de los párpados, que limpian el ojo con un fluido que se lleva la suciedad y los gérmenes.

Asombrosa estructura

Los músculos están concebidos para contraerse sin dificultad. Los esqueléticos deben ajustar sus contracciones a fin de no emplear la misma fuerza para recoger una pluma que para levantar 10 kilos.

Los músculos logran adaptarse a estos cambios, porque están formados por células que, por su forma alargada, se denominan fibras, y que pueden ser claras u oscuras. Las claras son de contracción rápida, y se usan cuando el cuerpo necesita ráfagas de energía, como cuando se levanta una carga pesada o se corren los 100 metros lisos. No obstante, se fatigan con rapidez y pueden sufrir calambres y dolores debidos a la acumulación de ácido láctico.

Las fibras oscuras son de contracción lenta y reciben la energía metabolizando oxígeno. Son los cordones de la resistencia, pues reciben un suministro sanguíneo más rico que las de contracción rápida y disponen de más energía aeróbica que éstas.

Hay otra fibra que, aunque semejante a las pálidas fibras de contracción rápida, es algo más oscura y resiste mejor la fatiga. Dado que utiliza eficientemente el azúcar y el oxígeno como combustibles, es la que suele intervenir en esfuerzos intensos y prolongados.

Cada persona, así como cada músculo, tiene su propia combinación de los diversos tipos de fibras musculares. Por ejemplo, los corredores de maratón tal vez tengan como promedio un 80% de fibras de contracción lenta en las piernas, mientras que los velocistas pudieran poseer más del 75% de contracción rápida.

¿Cómo se vinculan los nervios con las fibras?

Los nervios activan a las fibras de un músculo enviándoles impulsos que las hacen contraerse. Pero no se contraen al unísono. Más bien, están organizadas en unidades motoras, cada una de las cuales está conectada a un solo nervio que controla muchas fibras. En algunas unidades motoras, como las de la pierna, un solo nervio controla más de dos mil fibras. En otras, como las del ojo, la cantidad es de sólo tres. Cuando el músculo está formado por muchas unidades de pocas fibras, se pueden efectuar movimientos más delicados y coordinados, como los que se precisan para enhebrar una aguja o tocar el piano.

21 de mayo del 2017
Categoría: Enciclotin
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