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Música

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Cuesta imaginar un mundo sin música o sin lenguaje, dones exclusivos del hombre. La música y el lenguaje son características...

LA MÚSICA

Cuesta imaginar un mundo sin música o sin lenguaje, dones exclusivos del hombre. La música y el lenguaje son características universales de la especie humana, dos muestras de la necesidad de comunicarnos.

De la música cabría decir lo mismo que del lenguaje: cuando habla, las emociones es- cuchan.

Efectivamente, la música habla a nuestras emociones, pero ¿por qué y cómo?

Para explicarlo debemos analizar:

1) los elementos musicales y el modo de procesarlos en el cerebro; 2) nuestras emociones y cultura, que determinan cómo respondemos a la música, y 3) el lenguaje, que también condiciona nuestras reacciones.

Tales consecuencias no solo se ven en los varones sino a veces también en las mujeres. Tanto hombres como mujeres pueden ir aceptando los mensajes negativos sobre la falta de valía de la mujer que difunden estas canciones.

En un reciente estudio, se descubrió una relación significativa entre la adopción de una actitud o conducta sexual permisiva por parte de algunas adolescentes y el hecho de que hubieran vivido en un ambiente familiar inadecuado y muy expuestas a los videos musicales. Como se ve, está bien documentada la conexión entre determinados tipos de música y ciertas conductas sexuales, suicidas y antisociales. Esto no quiere decir que la música, en sí misma, tenga efectos nocivos; más bien al contrario.

Motivos de preocupación

El poder de la música es beneficioso en algunos casos. Sin embargo, cabe el peligro de que individuos corruptos y codiciosos canalicen dicha fuerza hacia fines mortíferos. En efecto, hay estudios que relacionan de forma directa la conducta antisocial con ciertos estilos musicales.

Existen indicios de que algunos vídeos de rock producen en el espectador el mismo efecto que la pornografía: algunos varones que vieron videos de rock violentos manifestaron una actitud más insensible y hostil hacia la mujer que quienes vieron videocintas de rock no violentas.

Los elementos musicales Entre las características de la música, de- nominadas por lo general elementos musicales, figura el tono o timbre del instrumento. Atendiendo a este rasgo, se ha dicho, por ejemplo, que la trompa es solemne, y de sonido muy diferente a la altiva trompe- ta. Aunque pertenecen a la misma familia de instrumentos de viento, cada una produce armónicos de distinta intensidad. Este hecho es el que comunica a todos los instrumentos su voz peculiar. Con dichas cualidades los compositores logran crear efectos sonoros que conmueven al oyente.

Es probable que el ritmo sea uno de los elementos que conocimos primero, quizás al oír los latidos maternos en el útero. Dicen que en la respuesta individual al ritmo de la música pudieran influir, en un nivel subconsciente, las palpitaciones o incluso la respiración del oyente. Quizás no sea coincidencia, por tanto, que mayoritariamente prefiramos ritmos comprendidos entre 70 y 100 pulsaciones por minuto.

La enorme diversidad de sonidos musicales que aportan estos elementos se percibe al examinar una variedad de instrumentos, así como los sonidos y melodías que producen. Tal vez suscite en nosotros profundas emociones la conmovedora voz del fagot en el segundo movimiento del concierto que Mozart concibió para este instrumento. O quizás nos enternezca el lastimero sonido de la shakuhachi (flauta japonesa). La ronca voz del saxo tenor es la causante de que siga resonando en la mente de muchos una melodía de blues. El espíritu suele exaltarse ante la gravedad de la tuba de una banda alemana. En los valses de Strauss, los cadenciosos compases de los violines arrastran a muchas personas a la pista de baile. Todo porque la música habla al ser humano completo.

Armonía, disonancia y melodía

Los sonidos agradables son fruto de la armonía, y los discordantes, de la disonancia. Pero a veces estos dos elementos se complementan? Aunque una pieza le suene armoniosa, probablemente tenga más disonancias de las que se imagina. La constante interacción de armonía y disonancia crea una oscilante elevación de la tensión, en su mayor parte imperceptible, que se libera en las emociones. Este leve balanceo emocional nos calma, mientras que la música disonante sola puede crisparnos los nervios y suscitar sentimientos desagradables, como cuando las uñas rozan con la pizarra. Por otro lado, tal vez la música peque de aburrida si se basa exclusivamente en la armonía.

La melodía es la sucesión armoniosa de notas en una composición. Según algunos entendidos, este nombre procede del griego mélos (canto). Muchas definiciones de melodía hacen referencia a la dulzura de la música o de los sonidos.

Ahora bien, la simple sucesión de sonidos no forma dulces melodías. Por ejemplo, si entre las series de notas se presentan frecuentemente amplios intervalos, la melodía poseerá dramatismo, pero no dulzura. Sin embargo, si las notas se suceden con unos pocos intervalos amplios, será placentera. De las diversas distribuciones de notas e intervalos depende- rá el carácter melancólico o jubiloso de la melodía. Al igual que la armonía, la melodía crea su propio conflicto entre tensión y distensión, influyendo en nuestras emociones mediante la elevación y descenso del tono, es decir, lo agudo o grave que suene una nota. Cuando se combinan, todos estos elementos generan poderosas fuerzas que avivan o apaciguan las emociones. Entran en juego las diversas maneras en que el cerebro percibe y procesa la música.

La música y el cerebro

Hay autoridades que atribuyen las funcio- nes del lenguaje y la lógica principalmente al hemisferio izquierdo del cerebro, y el procesamiento de la música, al derecho, que se encarga a buen grado de los sentimientos y emociones. Sea cierto o no, es obvio que la música provoca reacciones espontáneas. La música tiene el poder de originar sentimientos y emociones de forma rápida y efectiva. Lo que en un libro requeriría una descripción de muchas frases, puede transmitirse en la música con solo un compás o acorde. La exaltación de las emociones guarda una relación más estrecha con la audición que con la visión. La respuesta emocional tal vez sea pequeña cuando el observador ve sufrir en silencio a un animal herido o a una persona, mientras que la conmoción es mucho mayor si la víctima comienza a gritar.

La música, la letra y el oyente

Aunque una corriente de opinión argumenta que la misma pieza musical surte efectos parecidos en todos los oyentes, otra mantiene que cada uno reacciona según su estado de ánimo y sus vivencias. Así, por ejemplo en un lugar de culto, al escuchar un doliente una canción, tal vez evoque recuerdos del difunto, se entristezca y hasta llore. Sin embargo, quienes no compartan su pena puede que lleguen a entonarla con gozo. La música ayuda a relacionar las palabras y las ideas con las emociones. De ahí que pocos anuncios de televisión o radio se emitan sin acompañamiento musical. Aunque muchos mensajes no sean un dechado de lógica, al ir con el acompañamiento adecuado logran un mayor impacto en los sentimientos del público. Ciertamente, con la mayoría de las promociones publicitarias se persigue que la motivación de las adquisiciones sea más emocional que lógica.

Mediante letras repetidas hasta la saciedad, los compositores incitan a la juventud a prescindir de opiniones ajenas y a mantener inflexible su postura. Según otra fuente, los mensajes transmitidos en las polémicas le- tras del rap, más gráficas que las del rock metálico, pueden influir en las emociones del oyente y desencadenar conductas antiso- ciales. Pues bien, lo cierto es que ya es bastante difícil escuchar las palabras en los temas de rock pesado o rap. En efecto, a veces casi son ininteligibles por el atronador volumen de los instrumentos. Pero, se escuche la letra o no, el mensaje subsiste en el ritmo palpitante y la machacona melodía. ¿A qué se debe esto? A que algunos títulos inspiran imágenes por sí solos, y la música misma suele ser el mensaje. Resulta irónico e incomprensible que, en busca de una identidad más segura y auténtica, algunos adolescentes recurran a medios públicos. En vez de buscar experiencias singulares en solitario, emplean las imágenes enlatadas que les vende la industria. En otras palabras, alguien les dice lo que deben pensar y sentir.

21 de mayo del 2017
Categoría: Enciclotin
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