El científico inglés Robert Hooke desarrolló una serie de experimentos con corcho, descubriendo, con su microscopio, que este material tenía unos poros a los que él llamó “celdillas”, por su semejanza con un panal. Posteriormente, se dio cuenta de que esta especie de poros se encontraba presente en todos los organismos vivos y los bautizó como “células”. En 1665 habló de ellas en una de sus publicaciones y marcó, dentro del mundo de la ciencia, un antes y un después, ya que permitió posteriores descubrimientos que supusieron un gran avance para la medicina y la biología.