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Intoxicaciones

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La intoxicación es un estado provocado por la acción de sustancias procedentes del ambiente o producidas en el mismo organismo

INTOXICACIONES

La intoxicación es un estado provocado por la acción de sustancias procedentes del ambiente o producidas en el mismo organismo, capaces de provocar alteraciones bioquímicas a nivel celular. Las intoxicaciones exógenas, sobre todo si son de carácter agudo, se llaman vulgarmente envenenamientos.

Aunque en las intoxicaciones se debería incluir también algunas enfermedades (como la difteria, producida precisamente por una toxina, o las quemaduras y gangrenas, en las que los tóxicos se liberan por los tejidos lesionados), en sentido general se considera comúnmente como intoxicaciones a las perturbaciones producidas en el organismo por sustancias exógenas.

Las intoxicaciones se dividen, en exógenas y endógenas.

Las primeras pueden producirse por la ingestión de sustancias tóxicas naturales (setas, almendras amargas y alimentos alterados) o sintéticas (venenos químicos, fármacos en dosis inadecuadas); por la absorción por vía aérea o cutánea de venenos químicos (metales pesados, gases de guerra), y por mordeduras o picaduras de animales (serpientes y arañas venenosas).

Las intoxicaciones endógenas se producen al formarse sustancias anormales en ciertas alteraciones del metabolismo o por acumulación de productos normales debido a una acumulación excesiva o una insuficiente eliminación; las enfermedades del hígado, de los riñones, del intestino, los estados de fatiga, algunas endocrinopatías, quemaduras y gangrenas constituyen los estados morbosos que con más frecuencia dan lugar a este tipo de intoxicación.

Las medidas terapéuticas se dirigen a la eliminación rápida del tóxico (lavado gástrico, heméticos, purgantes, etc.), a su neutralización mediante el antídoto apropiado (leche o magnesia si el tóxico era ácido; agua con vinagre, que neutraliza los gases; té fuerte o ácido tánico, si se trata de los alcaloides y glucósidos, y BAL, que son antídotos para el plomo y arsénico, etc.) y finalmente, a vencer los síntomas propios de la intoxicación.

Intoxicación Alimentaria

Enfermedad aguda producida por toxinas y venenos ingeridos con alimentos contaminados; los cuadros morbosos se caracterizan por la superposición en grado diverso de un componente infeccioso y otro más propiamente tóxico.

Las intoxicaciones alimentarias constituyen un grupo bastante uniforme en cuanto a su sintomatología, pero con etiología diversa. Sus agentes principales son:

a- El grupo de los salmonella, shigella, gérmenes que producen toxinas capaces por sí mismas de contaminar los alimentos y las aguas. Los vehículos más frecuentes son: los frutos de mar, las aguas, la leche y sus derivados, cremas, helados, etc. Entre los síntomas característicos se encuentran los trastornos intestinales, vómitos, diarreas, dolor y deshidratación, acompañados de afectación general y del sistema nervioso, postración, estupor, sopor, etc.

b- El estafilococo productor de enterotoxinas; en este caso prevalece el estado tóxico, el período de latencia es breve y de curso agudo, pero no suele ser grave. La terapéutica en estas formas se encamina preferentemente a curar la deshidratación y las condiciones generales; los síntomas, como vómito y diarrea son la mayoría de las veces capaces, por sí solos, de alejar las toxinas.

c- La intoxicación por alimentos en conserva (clostridium botulinum) la produce una toxina muy activa que ataca fundamentalmente al sistema nervioso y en particular a los nervios motores, y cuya sintomatología, después de un breve período de latencia, se halla constituida por signos paralíticos (oculares, masticadores, respiradores, etc.). Se halla relacionada sobre todo con la ingestión de alimentos crudos o poco cocidos, generalmente en conserva (latas, embutidos); la mayoría de las veces provoca alteraciones organolécticas de los alimentos contaminados (alteraciones del color y olor, hinchazón de los envases por la producción gaseosa, etc.), que pueden ser afortunadamente descubiertas por los consumidores. La terapéutica trata de apartar el tóxico (provocando vómitos, lavado gástrico), además de utilizar prostigmina y estricnina para combatir los síntomas paralíticos, y finalmente el suero antibotulímico. La profilaxis se basa en el cuidado de los productos alimentarios y de los lugares de producción. De todos modos, a nivel doméstico, la buena cocción de los alimentos es una medida indudablemente eficaz.

Tipos de venenos

Una sustancia venenosa puede ser de origen mineral, vegetal o animal, y puede asumir la forma de un sólido, un líquido o un gas. Según el tipo de veneno ejercerá su acción sobre la superficie corporal o, de forma más grave, sobre los órganos internos o el sistema nervioso.

Los venenos se clasifican según sus efectos en:

– Venenos corrosivos: incluyen los ácidos o álcalis fuertes, abrasan la piel o la mucosa gástrica, desencadenando vómitos sanguinolentos en forma inmediata. Los venenos habituales, llamados agentes corrosivos, incluyen el ácido clorhídrico, el ácido carbólico, el bicloruro de mercurio y el amoníaco.

– Los irritantes: el arsénico, el mercurio, el yodo y los laxantes, actúan directamente sobre la membrana mucosa provocando irritación o inflamación gastrointestinal acompañada de dolor y vómitos.

– Los venenos narcóticos: actúan sobre el sistema nervioso central o sobre órganos como el corazón, el hígado, los pulmones o los riñones hasta que afectan los sistemas respiratorio y circulatorio. Pueden producir coma, convulsiones o delirio, e incluyen alcohol, opio y sus derivados, belladona, trementina, cianuro potásico, cloroformo y estricnina. En esta categoría también se incluye uno de los venenos más peligrosos que se conocen, la toxina botulínica, una potente toxina bacteriana causante del botulismo. Los síntomas incluyen escalofríos, fiebre, postración, y con frecuencia, infecciones o abscesos secundarios en varios órganos.

Venenos gaseosos

La mayoría de estos venenos también afectan a la sangre, ya que restringen la capacidad del organismo de absorber oxígeno, suelen incluirse en la categoría de los asfixiantes, grupo al que pertenece el conocido monóxido de carbono.

Sin embargo, hay también venenos gaseosos corrosivos o irritantes.

Cerca del 50% de todos los casos de intoxicación o envenenamiento humano en el mundo occidental se deben a fármacos o productos domésticos habituales como aspirinas, barbitúricos, insecticidas y cosméticos.

Tratamiento

Para contrarrestar el efecto de un veneno se utilizan diversos tratamientos.

La ingestión de grandes cantidades de agua o leche se aconseja en la mayoría de los casos. En otros se recomienda utilizar un emético, sustancia que induce el vómito y libera al estómago de ciertos venenos. Actúan a nivel local (sobre los nervios gástricos), o a nivel sistémico (sobre el centro del vómito del cerebro). Los remedios domésticos consisten en una cucharada de sal disuelta en agua caliente o dos cucharadas de mostaza disueltas en medio litro de agua. Cuando el veneno ingerido es corrosivo no se deben administrar eméticos. El antídoto (a diferencia del emético) es un remedio que contrarresta químicamente el efecto de un veneno, aunque de modo indirecto pueda provocar el vómito.

Un antídoto puede actuar contra un veneno neutralizándolo, convirtiéndolo en insoluble, absorbiéndolo, aislándolo o produciendo un efecto fisiológico general opuesto. En cualquier envenenamiento es imprescindible iniciar el tratamiento de forma inmediata.

21 de mayo del 2017
Categoría: Enciclotin
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