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Islas Galápagos e de Pascua

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El archipiélago está formado por quince islas grandes y cientos de islas pequeñas situadas a lo largo o cerca del ecuador.

GALÁPAGOS

Provincia de Ecuador constituida por el archipiélago de Colón, sistema en el océano Pacífico, a unos 1.050 km de la costa ecuatoriana.

Región insular de 8.010 km2 y 9.785 habitantes. Su capital es Puerto Baquerizo.

El archipiélago está formado por quince islas grandes y cientos de islas pequeñas situadas a lo largo o cerca del ecuador.

Las más importantes son Isabela, San Cristóbal, San Salvador, Santa María y Santa Cruz.

A lo largo del borde oriental del Pacífico, la plataforma continental es angosta y escarpada, con pocas islas. Las islas Galápagos se elevan sobre la placa de Nazca.

Su territorio

El origen de las islas es volcánico. Sus costas son llanas y el interior montañoso presenta altos cráteres centrales, algunos de los cuales superan los 1.520 m de altura. Posee varios volcanes activos. Las islas están bordeadas por manglares (formación vegetal típica de los lugares tropicales y subtropicales).

En las regiones de la costa y tierra adentro, donde las lluvias son escasas, la vegetación consiste principalmente en espinos, cactus y mezquite.

La flora es más exuberante en las tierras altas, que se hallan expuestas a una densa neblina.

Cuenta con unas 750 especies vegetales.

El clima y la temperatura de las aguas que rodean las islas se ven modificados por la corriente fría de Humboldt, procedente de la Antártida.

Su fauna

La fauna de las islas Galápagos es una de las principales causas de su fama.

Las seis especies de tortuga gigante, o galápagos (de ahí el nombre de las islas), son especies endémicas de este archipiélago, son únicas y exclusivas y pueden pesar hasta 700 kilogramos. Otros reptiles propios de las islas son las dos especies de lagarto gigante que provienen de la familia de las iguanas: un lagarto terrestre, que construye las madrigueras donde vive, y un lagarto marino poco común que se sumerge en el océano en busca de algas.

Las aves son muy numerosas en este lugar, hay hasta 85 especies, entre las que se incluyen flamencos, cormoranes no voladores, pinzones y pingüinos. Los leones marinos son numerosos y en las aguas próximas a la orilla hay muchos tipos de peces. Las islas Galápagos han sido calificadas de reserva natural.

UNA IMPORTANTE LECCIÓN DE UNA ISLA DIMINUTA

Rapa Nui, isla de origen volcánico de 170 kilómetros cuadrados, prácticamente desprovista de árboles, es el lugar habitado más apartado del mundo. En la actualidad, toda ella es monumento histórico, en parte gracias a sus estatuas de piedra, conocidas por el nombre de moais, la obra de una civilización en un tiempo dinámica.

Algunos moais, que están esculpidos en roca volcánica, se encuentran tan enterrados que sólo se ven sus gigantes cabezas. En otros casos sobresale el tronco, y algunos aún lucen un casquete de piedra denominado pukao. La gran mayoría de ellos se encuentran sin terminar en las canteras o diseminados por antiguos caminos, como si los trabajadores acabaran de tirar sus herramientas y de abandonar su labor. Algunos de los moais que permanecen en pie están aislados, pero también los hay colocados en hileras de hasta quince estatuas, todas de espaldas al mar. Es comprensible que hayan dejado perplejos a los visitantes durante mucho tiempo.

En los últimos años, la ciencia ha comenzado a comprender, no sólo el misterio de los moais, sino también el enigma de la caída de la próspera civilización que los construyó. Es significativo que los hechos que salen a la luz no sólo tienen valor histórico. Según la Enciclopedia Británica, encierran “una importante lección para el mundo moderno”.

Esa lección tiene que ver con la administración de la Tierra, sobre todo de sus recursos naturales. Por supuesto, la complejidad y la diversidad biológica de nuestro planeta son mucho mayores que las de una isla pequeña, pero ello no quiere decir que debamos pasar por alto lo que nos enseña Rapa Nui. Repasemos, por tanto, durante unos momentos algunos de los aspectos más interesantes de su historia. Nuestro relato se inicia hacia el año 400 d.C., cuando las primeras familias llegaron en sus canoas para navegación de altura. Los únicos testigos de su arribo fueron los cientos de aves marinas que revoloteaban en lo alto.

UNA ISLA PARADISÍACA

La isla no contaba con una amplia variedad de plantas, pero la cubrían bosques de palmeras, de toromiros y del árbol tropical triumfetta semitriloba, además de arbustos, hierbas y helechos. Medraban en este remoto lugar al menos seis especies de aves terrestres, entre ellas rapaces noc- turnas, garzas, rascones y papagayos. Rapa Nui era además la zona de reproducción de aves marinas más rica de la Polinesia y probablemente de todo el Pacífico.

Los colonos quizá llevaron a la isla gallinas y ratas comestibles, que consideraban un manjar, e introdujeron asimismo plantas agrícolas: taro, ñame, batata (boniato), plátano y caña de azúcar. La tierra era buena, así que procedieron de inmediato a desmontar el terreno y a plantar sus productos, un proceso que continuó a medida que aumentaba la población. Pero en Rapa Nui no había mucho espacio, y aunque la isla estaba cubierta de bosques, la cantidad de árboles era limitada.

UNA LECCIÓN PARA NUESTROS DÍAS

¿Por qué no advirtieron los isleños adónde se encaminaban y no trataron de evitar el desastre? Fijémonos en los comentarios que han hecho al respecto varios investigadores.

Los bosques no dejaron sencillamente de existir de la noche a la mañana; desaparecieron poco a poco, a lo largo de décadas. Los intereses creados de escultores, burócratas y jefes habrían acallado las advertencias sobre los peligros de la progresiva deforestación que hubiera lanzado algún isleño.

El precio que pagaron por cómo decidieron expresar sus ideas espirituales y políticas fue que, en muchos sentidos, su isla se convirtió en una simple sombra de lo que había sido.

Lo que sucedió a los habitantes de Rapa Nui sugería que el crecimiento incontrolado y el impulso de manipular el medio ambiente más allá del límite no eran sencillamente aspectos del mundo industrializado; eran la condición humana.

¿Qué pasará hoy día si no se produce ningún cambio en la llamada condición humana?

¿Qué ocurrirá si el hombre continúa imponiendo a la Tierra, nuestra isla en el espacio, un modo de vida insostenible ecológicamente? Según un escritor, tenemos una gran ventaja sobre los habitantes de Rapa Nui. Contamos con las historias, de otras sociedades arruinadas que nos sirven como ejemplos amonestadores.

La deforestación a gran escala y la continua extinción de otros seres vivos terrestres a un ritmo alarmante indican que no. La eliminación de una, dos o cincuenta especies tendrá efectos que no podemos predecir. Las extinciones están produciendo cambios aun antes de que comprendamos las consecuencias.

El vándalo que quita los remaches de un avión de uno en uno no saben cuál causará un accidente; pero una vez que quite el remache fundamental, el destino del avión será inevitable, aunque tal vez no se estrelle justo en el siguiente vuelo. Del mismo modo, los seres humanos están eliminando remaches vivos de la Tierra a un ritmo de más de veinte mil especies al año, y no hay indicios de que vayan a detenerse. ¿Quién sabe cuándo será imposible dar marcha atrás? ¿Tendría algún efecto el que se supiera de antemano?

La persona que derribó el último árbol de Rapa Nuil veía que se trataba del último. Pero, aun así, él (o ella) lo cortó.

21 de mayo del 2017
Categoría: Enciclotin
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