Cada año, al llegar el frío, millones de mariposas monarca abandonan el este de Estados Unidos por el calor de México. Los científicos descubrieron que usan sus antenas como fotosensores, una especie de brújula que siempre apunta al Sol y, de este modo, hacen un viaje de más de 3 mil kilómetros para regresar al lugar donde se convirtieron en mariposas.