Representó al Colegio Esloveno, de Godoy Cruz. Leé el texto con el que fue premiada.
Miré la foto y el tiempo se detuvo
Como todas las semanas, hoy tocaba ir a visitar a mi abuelo. Su casa era… extraña. Los muebles eran de madera oscura y llenos de polvo, que combinaban con el patrón de la alfombra que cubría todas las habitaciones, el comedor y los pasillos. Sin ventilación, se encontraba un estrechísimo y tétrico pasillo que unía toda la casa.
En fin, era como recorrer toda la historia europea en un solo minuto y medio. Había teléfonos viejos con cables ondulados interminables y, en el fondo, una mesita pequeña de hierro con una máquina de escribir antigua. Las paredes estaban forradas con un delicado papel prehistórico de flores pequeñas y amarillas. Había cuadros de fotos antiguas con personas desconocidas, de traje y vestidos idénticos.
Lo que más llamaba la atención era una foto de algo que parecía un avión donde, también, estaban mi abuelo y su viejo amigo. Me quedé observándola fijamente hasta que me distrajo ese muy mugriento reloj que indicaba la hora con retumbantes campanazos que iban, directo, al tímpano.
Cuando miré el cuadro nuevamente, algo extraño pasaba. Se escuchaba como un motor viejo intentando arrancar después de mucho tiempo. Sentía como una sensación rara que venía desde la boca del estómago y provocaba escalofríos. De repente, el reloj se detuvo, como si el tiempo se hubiera frenado.
Mis pies flotaban como si no hubiese gravedad y una fina brisa helada me acarició el rostro. El sonido del motor era, cada vez, más fuerte hasta que, por fin, el avión tomó altura. Me faltaba el oxígeno, pero eso no se comparaba con el nudo de adrenalina que sentía en ese momento. Las casas ya no se veían y no podía creer que, por primera vez, estuviera volando en un avión. Nada podía ser más emocionante.
De repente se escuchó, a lo lejos, el reloj que marcaba las doce en punto. Caí y, cuando desperté, estaba en el mismo lugar desde donde había despegado, la casa de mi abuelo.
Opinión del Jurado
Terminada la selección del trabajo ganador, los miembros del Jurado ofrecieron su mirada: " Los textos desarrollaron historias interesantes. En cuanto a las temáticas abordadas, se destacó la presencia de los abuelos como personajes centrales en la configuración subjetiva, como símbolo del paso de tiempo y los vínculos familiares como elementos en torno de los cuales se articularon los hechos de cada relato. Lo temporal también apareció como disparador y el elemento fantástico y/o maravilloso, con profundidad filosófica propia de la edad de los escritores. También, la presencia de imágenes sensoriales y el uso de vocabulario. A partir de la frase disparadora elegida por el jurado se vislumbró en los escritos la esperanza, a través de la posibilidad, fantástica en algunos casos y, en otros, realista, de solucionar lo inconcluso y lo no dicho, y una influencia del concepto ‘muerte’ y de los medios de comunicación en las formas de expresarse”.
Respecto de la producción ganadora, “el texto de Valentina evidenció la articulación de historia y discurso, con descripciones que construyeron el espacio con matices sutiles. Se destaca la elaboración en cuanto a su construcción de la trama y del escenario, el trabajo sobre el vocabulario, los detalles y las imágenes sensoriales. La consigna se materializó en el texto de manera adecuada y natural, con un excelente manejo en la entrada y la salida al mundo ficcional. Los objetos (reloj/foto), como incorporación al relato, estuvieron muy bien utilizados y fueron coherentes como así, también, la progresión de la acción en la trama” –concluyeron los especialistas-.
Se decidió otorgar una Mención Especial a las producciones de María Elena Amestoy Maldonado, que representó al Instituto “Leonardo Murialdo”, de Guaymallén, y a Bruno Herrera, de la escuela Nº 1-144 “Hipólito Yrigoyen”, de Ciudad.
El Jurado 2021 estuvo integrado por Lorena De Gaspari (Facultad de Filosofía y Letras, UNCuyo), Silvina Juri (EDELIJ, Espacio de Literatura Infantil y Juvenil), Cecilia Tejón e Ivana Amarilis Carrizo Peñas (Facultad de Educación, UNCuyo), José Thomas y Carina Vincenti (Dirección General de Escuelas), María Esther Funes (Sociedad Argentina de Escritores), Lourde Laborde (Colegio Agustín Álvarez), Alejandro Cobo (Medios en la Educación) y Raúl Pedone (Editor General de Los Andes).