La evolución de las jirafas parece haber sido impulsada por cambios en la vegetación. Sus antepasados, que fueron más altos, habrían tenido la ventaja de alcanzar las nutritivas hojas de los árboles por lo que es probable que los individuos más altos transmitieran sus genes. Este proceso evolutivo dio, como resultado, animales gigantes que podían alimentarse del follaje mucho más allá del alcance de otros. La seguridad ante los depredadores también es una gran ventaja. Su altura significa que las jirafas pueden ver el peligro desde lejos y, de este modo, no ser alcanzadas por ellos.