Los delfines no siempre vivieron en el agua. Hace millones de años, sus antepasados deambulaban por la tierra. Los que conocemos hoy evolucionaron de los mesoniquios, un orden extinto de ungulados parecidos a los lobos que tenían dedos en forma de pezuñas al final de cada pata. Hace unos 50 millones de años, estos animales ancestrales decidieron que el océano era un lugar más adecuado para estar, por lo que regresaron al agua y evolucionaron hacia los delfines que conocemos actualmente. La evidencia de esta historia evolutiva es palpable en los delfines actuales, pues los adultos tienen huesos de dedos remanentes en sus aletas, así como huesos de patas vestigiales.