Los pueblos originarios de América Latina celebran con música y bailes tradicionales un ritual para agradecer, cada 1º de agosto, el alimento que la tierra provee.
Los pueblos originarios consideran que todo lo esencial viene de la tierra. La materia prima, la vida misma, tiene su origen en la "Pacha", a la cual el hombre le pertenece, porque es la fuerza germinadora de la naturaleza, la diosa de la fertilidad y de la tierra y gran parte de nuestra existencia se la debemos a ella. Por ello, es venerada en numerosas y diferentes ceremonias.
Agosto es el tiempo de adorarla, época de agradecimiento en el que se renueva la gratitud a la tierra, en un rito que sobrevivió a la colonización española y traspasó fronteras.
La Pachamama, obra de José García Chibbaro.
Las tradiciones la describen como una mujer de baja estatura y de grandes pies. Madre de los cerros y de los hombres, toda la naturaleza es su templo y a sus altares se les llama "apacheta", montículos de piedra ubicados a los lados del camino. La acompañan el Pujllay, el Llajtay y la Ñusta.
Fiesta de la Pachamama, obra de Ángela Concepción Beltrami.
El Pujllay
Es el espíritu de la fiesta y, cuando anda suelto, es pura diversión. Su traje rojo, lleno de espejos y su cola larga avisan que el Carnaval está a pleno y hay que vivirlo con mucha alegría. En muchas comparsas también es representado por un pequeño muñeco que es desenterrado en un ritual que comienza pidiéndole permiso a la Madre Tierra. Allí, se lo “chaya” con abundante talco, papel picado y bebidas dispuestas para la ocasión. En el Carnaval, este espíritu travieso reinará, hasta su entierro. Siempre tiene listo su traje colorido utilizando cascabeles y máscaras para disfrazarse y, en sus bolsillos, lleva papel picado y talco o harina para divertir a la gente y serpentinas.
Pujllay, la alegría del Carnaval.
El Llajtay
En Salta y Jujuy se lo llama Coquena y en Tucumán, Catamarca, San Juan y La Rioja se lo conoce como el Llajtay. Protector de las vicuñas y guanacos, recorre los cerros durante la noche conduciendo rebaños cargados de oro y plata y premia a los buenos pastores con piezas de plata u oro. Se lo representa como un ser de baja estatura que viste gorro con orejeras, poncho, sandalias y collar de víboras. También se le atribuyen dos manos, una de plomo para castigar a los que cazan con armas de fuego y, una de lana, para acariciar a los animales.
En la ceremonia de Laguna Blanca también participan, además de la Pachamama, el Llajtay, vestido con prendas de lana de oveja y de llama. Todos entonan cantos y coplas y hombres y mujeres preparan su danza.
La Ñusta
Ñusta era el nombre quechua para las princesas en el Imperio inca. La ñusta era hija del Inca. En Perú, Bolivia, Ecuador, Norte de Chile y Argentina, en la Fiesta de la Pachamama se elige a la mujer de mayor edad del pueblo, que encarna la Madre Tierra, y a una adolescente ñusta, que simboliza la tierra joven. Tras las ofrendas a la divinidad, la mujer mayor encabeza los agradecimientos y ruega a la Pachamama por su protección.
Muñeca de la Ñusta, princesa inca.
Un profundo agradecimiento
La creencia sostiene que, como la Tierra cobija al hombre, también siente hambre y sed. Por eso, la ceremonia consiste en darle de comer. Se cavan profundos pozos en los que se dejan alimentos y bebidas mientras se invoca a los dioses con ofrendas y sahumerios para ahuyentar los males. También se arma un círculo en el que todos se toman de la mano y rezan oraciones.
El Museo Pachamama está ubicado sobre la Ruta Provincial Nº 307 en el acceso a Amaicha del Valle. Cuenta con salones de Geología, Antropología y Ciencias Naturales y una sala de exposición de pinturas, esculturas y tapices de los diferentes pueblos que habitaron el Valle Calchaquí. En los patios, terrazas, pisos y paredes puede apreciarse simbología mitológica y grandes esculturas de dioses milenarios.
Festividades diversas y coloridas
Bolivia, Chile, Perú y Argentina son los países donde suele festejarse el Día de la Pachamama y donde vivían, originalmente, los pueblos aymara y quechuas.
En Bolivia, los lugares más significativos que lo festejan son Copacabana, Cochabamba y Oruro donde, además, se relaciona a la Pachamama con imágenes de vírgenes de la iglesia católica (la Virgen de Copacabana, en La Paz, y la Virgen del Socavón, en Oruro).
En Chile, la influencia de los aymara se centra en la región de Atacama y los festejos se realizan en la ciudad de San Pedro. En Perú, uno de los mejores lugares para participar de estos festejos es Puno, a las orillas del Lago Titicaca, y Cusco. En Argentina, las celebraciones se realizan en el noroeste. En Salta, los actos más importantes se desarrollan en San Antonio de los Cobres. La ceremonia apunta a recordar que todo lo creado proviene de la tierra y sus habitantes recurren al sahumerio para ahuyentar los posibles males que hayan quedado dando vueltas en sus casas.
En Jujuy, luego de una comida comunitaria, se cava un hoyo y se da de comer y beber a la Pachamama. Luego, se tapa el pozo con tierra y botellas de alcohol. Para completar la ceremonia, los presentes se toman de la mano para expresar el espíritu de hermandad que reina, y danzan al son de la caja, la flauta y la copla.
Más allá de las diferentes formas en la que cada comunidad lleva adelante sus rituales, esta celebración es un acto de defensa de las creencias y cosmovisiones de los pueblos originarios y de sus historias ancestrales que unen al hombre con la Tierra, su verdadera cuna.
Oración a la Pachamama
Arjona Delia
Pachamama, Pachamama,
hoy tu gente te aclama
para las gracias mostrar.
¡Ceremonia de atributos
agradeciendo tus frutos
te exaltan en el altar!
Eres tierra poderosa
que se entrega generosa
dándonos fertilidad.
Deslumbras con tu belleza,
tú, madre naturaleza,
¡eres justicia y verdad!
Dadora de fuerza y vida,
eres tierra prometida
que se ofrece al natural.
Con tus miles de colores,
son de nardos tus olores,
con aromas sin igual.
Madre tierra, milagrosa,
Pachamama generosa
¡Que tus frutos nunca mueran!
Eres la creación sagrada
de semillas germinadas.
